Agenda de tareas para la recuperación de Valparaíso
El diagnóstico sobre el declive porteño es conocido; pero no así las soluciones para su recuperación, donde no existen propuestas concretas para que Valparaíso vuelva a ser la potencia que alguna vez fue. Es por esto que las elecciones del próximo alcalde y gobernador regional tomarán un tinte especial: quienes resulten electos, deberán liderar procesos de recuperación económica y regeneración urbana.
El diagnóstico económico es contundente: el desempleo es alto y el crecimiento es bajo, lo que se puede observar, por ejemplo, en el poco desarrollo inmobiliario y en cómo la actividad portuaria sufre con el alza de San Antonio -lo que se exacerba por su concentración económica-. Dado ello, diversificar y estimular el mercado -lo cual debe ser un trabajo coordinado entre autoridades locales y regionales- deben ser parte de las futuras prioridades ya que, sin ello, tanto la recaudación de tributos como las acciones redistributivas serán febles.
Junto a una economía débil, la estructura urbana también es endeble, tanto por las dinámicas que se dan en su centro como por el atractivo que la ciudad ha ido perdiendo. Las zonas céntricas están subutilizadas, lo que se aprecia en el desprolijo estado de caminos, veredas, plazas y en el grado de abandono de las tiendas y la alta vacancia en estas zonas -lo que viene de antes del estallido social-, implicando una menor capacidad de satisfacer necesidades y de generar empleos locales. A ello se suma una ciudad en mal estado -según la encuesta de calidad de vida P!ensa, el equipamiento urbano es la dimensión peor evaluada por sus habitantes- que no ha sido capaz de proveer ni seguridad, ni aseo, ni ornato. Esto, sumado al mal momento económico, confluye a un decaimiento en turismo y actividades bohemias, implicando un menor flujo de dinero desde fuera de la ciudad.
Una posible consecuencia de todo lo anterior es que, una ciudad que no pueda proveer trabajo y comercio, está destinada al éxodo de una parte importante de sus habitantes. Por lo mismo, una tarea pendiente será la de liderar un proceso de regeneración urbana, pues, sin ella, cualquier plan de reactivación sólo será una medida de corto plazo. Para ello, zonas como calles Condell y Pedro Montt, junto con barrios como el Almendral, el Puerto y la renovación del borde costero serán lugares claves para atraer gente y recursos desde el exterior de la ciudad -implicando un flujo externo de capital y mayor crecimiento-.
Algunos ejemplos de ciudades puerto exitosas son Nueva York, Singapur y Londres, las cuales gozan de una intensa actividad portuaria, pero que también se han vuelto atractivas. Por otro lado, ciudades como Detroit componen un ejemplo en sentido inverso, donde sólo potenció la actividad industrial sin preocuparse del bienestar territorial, gatillando altos índices de pobreza y desempleo producto de un éxodo masivo cuando la ciudad dejó de ser atractiva. Lo que distingue al primer grupo del segundo, es que todas desarrollaron un plan urbano y económico a largo plazo -incluyendo acciones inmediatas en torno a un eje conductor-, el cual fue continuado por diversas autoridades en el tiempo, lo que difiere de la realidad porteña donde cada alcalde ha impulsado una agenda distinta.
Para lograr éstas, y otras metas, el próximo alcalde deberá ser un gestor muy activo y colaborativo en el desarrollo de Valparaíso, lo que implica un rol colaborador y articulador con diversos grupos de interés, ya que cualquier plan debe ser sustentable en el largo plazo. La Joya del Pacífico debe ser recuperada por todos sus actores y con miras al futuro; de lo contrario, ningún plan ni autoridad será capaz de devolverle su sitial como una de las principales ciudades de América Latina.
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso