Con acuerdos y en la medida de lo posible

Con acuerdos y en la medida de lo posible

Ganó Gabriel Boric. ¿Qué se espera, entonces, para nuestra región de Valparaíso? Pues esperemos que mucho—y para eso, como sostuvo José Antonio Kast, tendremos que colaborar entre todos—, pero la verdad es que certezas hay pocas. Después de todo, no es tanto lo que se puede dilucidar de la propuesta del candidato, la cual ha sido criticada, con justa razón, por su falta de consistencia.

Las críticas no se basan solo en la caricatura de un candidato que terminó de traje, alabando los últimos 30 años y reconociendo el necesario fortalecimiento de las policías, sino que también en aspectos más precisos que inciden directamente en desarrollo de nuestra región. Uno de ellos, por ejemplo, es el asunto de la descentralización. Boric fue, con distancia, el candidato que más aprovechó y utilizó el territorio en su discurso. Desde el lanzamiento de su campaña en su natal región de Magallanes, hasta los motivos de la franja que, sobre todo en los últimos días, buscaban recuperar las confianzas del norte. Sin embargo, lamentablemente aquel verso y aquel relato no siempre se tradujeron en aspectos concretos de su programa. De todos los candidatos que llegaron a la primera vuelta, llamó la atención cómo su propuesta fue una de las que menos espacio le dedicó a la necesaria descentralización efectiva. Mientras Kast, Provoste o Sichel reconocían el desarrollo territorial como eje articulador de sus iniciativas (las propuestas de salud son un buen ejemplo), el programa de nuestro actual presidente electo apuntaba a una aproximación desde el aparato burocrático central a los problemas locales. Algo similar sucedía con la modernización del Estado—otro de los aspectos esenciales para el correcto desarrollo territorial—. Mientras el verso sugería un fortalecimiento del sector público, lo cierto es que poco y nada se encontraba respecto a la eficiencia y digitalización necesaria de lo gobiernos centrales y locales.

Por lo mismo, se hace difícil vislumbrar lo que nos espera. En parte por estas inconsistencias ya señaladas, pero también por el clima que se vive en Chile y nuestra región. Como algunos actores ya han señalado, es muy importante para el Frente Amplio sacudirse rápido del triunfo y asumir con humildad el contexto difícil que nos espera. No solo por el desafío pandémico y económico, sino que también por el escenario social que nos tiene inmersos en un proyecto constitucional. Aunque muchos se traten de convencer de lo contrario, seguimos viviendo en una sociedad fragmentada—la alta participación de ayer es síntoma de eso—que debe ser rearticulada. La desconfianza, la desafección y el malestar siguen ahí presentes, por lo que el gobierno del Frente Amplio no debe ser (auto)leído como una píldora mágica que solucionará el problema. Acá el asunto es profundo y se requiere de un liderazgo que hasta ahora no ha sido demostrado.

Así las cosas, el desafío político para el presidente electo será tremendo. Deberá convivir con un parlamento fragmentado en donde no existen mayorías y donde la demagogia no ha cesado. En nuestra región, además, se le sumará un contexto político particular, con un Frente Amplio ciertamente consolidado, pero con un quebrantamiento de la izquierda que no ha sido subsanado.

Y es ese contexto el que ensalza la lógica de los acuerdos, aquella que ha sido tan denostada por los mismos que hoy llegan al poder. Dejar atrás esa soberbia generacional y asumir que el difícil desafío se debe enfrentar con los oídos abiertos y con una invitación constante a quienes piensan distintos.

Será con acuerdos y en la medida de lo posible. El excandidato Boric, al menos en las últimas semanas, parece haberlo comprendido muy bien.

Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso