Democracia, más que un sistema de elección
En los últimos años ha habido una creciente discusión en nuestro país en torno al sistema democrático. Los procesos constituyentes pasados tuvieron un amplio debate respecto a este tema, desde propuestas que cambiaban el funcionamiento de ambas cámaras a reglas del sistema electoral. Actualmente, algunas de estas reformas -como la del umbral y el mecanismo anti díscolos- vuelven a la palestra con el objetivo de subsanar los problemas que afectan a nuestra democracia.
Es verdad que estas reformas son necesarias y buscan corregir distintos problemas que se han profundizado en el último tiempo, sin embargo, la democracia no se construye solamente por un buen sistema electoral y político, sino también por las personas que lo componen y su comportamiento. Este último punto es fundamental dado que, en los últimos años, cada vez es más frecuente que los actores políticos rehúyan de la palabra que una vez empeñaron, rompiendo acuerdos y pactos que se comprometieron a seguir. También cuando estos son cuestionados, sea por casos de corrupción o por alguna otra cosa, tienden a culpar a las instituciones denunciando que estas actúan de forma injusta, buscando sobrevivir en lo público sin importar el daño que le causan al sistema.
Esto nos habla de un problema que va más allá de las reglas del juego y que está en el centro de la democracia. Si cambiamos las reglas del juego y los actores siguen transgrediendo las normas básicas que dan forma al sistema, poniendo en duda a las instituciones y a sus opositores, seguiremos inmersos en este espiral de polarización y la fragilidad democrática seguirá su curso.
John Dewey plantea que la democracia es más que una forma de gobierno; es un modo de vivir asociadamente en común. Esto quiere decir que no subsiste solamente por elecciones periódicas con alternancia en el poder, ni por la llamada democracia participativa, ni tampoco por los partidos políticos y las instituciones, sino que requiere que todo esto funcione en conjunto, es decir, como un sistema. Jane Mansbridge lo plantea como un conjunto de nodos que se comunican entre sí, generando una especie de red que sustenta la democracia.
Justamente, esta es la red que está fallando en Chile, tanto a nivel del discurso de nuestras élites como a nivel institucional. Basta con ver la defensa del alcalde Jadue, las críticas al Censo y la dificultad para llegar y honrar acuerdos en ambas cámaras. La tarea es cada vez más urgente y difícil, pero si hay algo que necesitamos comprender para afrontarla es que la democracia es más que un sistema de elección.
Columna publicada en La Segunda