El Milagro

En poco más de un mes el Consejo Constitucional presentará el borrador de nueva Constitución que será plebiscitado el 17 de diciembre. Actualmente, el pleno está despachando algunas normas que serán modificadas por la Comisión Experta para ser discutidas nuevamente. Es cierto que estamos ante un proceso algo engorroso que a la ciudadanía le ha costado entender. Las encuestas tampoco acompañan y el crédito de confianza se agotó al momento en que la fallida Convención presentó un esperpento identitario que dividía a Chile en 13 naciones.
La esquizofrenia constituyente ha llegado a tal punto que hemos perdido la capacidad de asombro: el proceso actual es liderado por quienes antes lo rechazaban, y los que renegaban de cualquier instancia tecnócrata hoy se aferran a una comisión de expertos designados. Todo ello mientras el oficialismo coquetea con la opción “en contra” tiempo después de que el presidente afirmara que cualquier propuesta es “mejor que una constitución redactada por cuatro generales”.
En este contexto, quizás aún hay tiempo para una sorpresa adicional, un último giro de guion que podría culminar con una Constitución aprobada. Por muy extraño que parezca, hay algunos motivos para pensar en ese escenario.
Pero primero un golpe de realidad. La Encuesta Constitucional de Fundación Piensa que hoy ponemos a disposición nos muestra un panorama deprimente: las emociones mayoritarias en la población son la incertidumbre, la desconfianza y la confusión, mientras que la valoración positiva del proceso solo alcanza un 4%, cuando el año pasado era de un 14%.
Con todo, hay un par de datos que dejan entrever una pequeña rendija de esperanza. Por un lado, un 78% de los encuestados afirman estar “poco o nada informados” del proceso constitucional. A medida que se acerque la fecha de votación crecerá el interés y los ciudadanos se formarán una opinión sobre una propuesta concreta y no sobre especulaciones.
Por otro lado, en términos de contenido, el Consejo no parece estar tan perdido. Sin perjuicio de algunas enmiendas que han sido criticadas -como la referida al aborto o la exención del pago de contribuciones-, nuestra encuesta muestra que los habitantes de la región valoran positivamente la libertad de los padres de elegir la educación de sus hijos, las votaciones en listas abiertas o la disminución de partidos políticos que aseguren gobernabilidad por sobre la representatividad; todos elementos que ya están en el borrador.
A lo anterior debemos sumar una cuestión de incentivos políticos. Apostar por el fracaso de este proceso para iniciar uno nuevo es jugar a la ruleta rusa. Nuestro estudio incorpora una pregunta final que sirve como réplica del plebiscito de entrada del 2020. En concreto, preguntamos que debiese ocurrir en caso de que gane la opción “en contra”. Resultado un 45% está por mantener la constitución actual y cerrar definitivamente el tema constitucional, mientras que un 43% está por iniciar un tercer intento. Así las cosas, no sería extraño que algunos sectores de centroizquierda estén esperando algún gesto concreto para sumarse al “a favor” y no dejar pasar una oportunidad que probablemente no se repetirá por un largo tiempo.
Por cierto, está claro que la carga del proceso recae precisamente en quienes lo lideran. La derecha tendrá que ceder en algo y un sector de la izquierda tendrá que moderar sus expectativas. Ya no queda mucho tiempo, pero en una de esas se da el milagro.
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso