En la búsqueda de certezas

Como bien han destacado algunos académicos, la “incerteza” pareciera haberse transformado en un elemento clave para comprender nuestra realidad. Incertezas de todo tipo, que se han visto profundizadas por la reciente pandemia, por la crisis económica y, ciertamente, por las recurrentes amenazas a las libertades clásicas e instituciones liberales. En la visión de algunos, todos estos procesos -y otros- habrían ido profundizando una sensación de angustia y desequilibrio en la ciudadanía. Y lo cierto es que a nadie le gusta vivir en desequilibrio. Necesitamos inconscientemente de respuestas que, en la mayoría de las ocasiones, la deliberación política tarda en dar.
Algo de esto se observa en los resultados entregados en este módulo de la encuesta de Piensa. Los bomberos, la PDI, los hospitales, los carabineros y las Fuerzas Armadas se consolidan como las instituciones que generan mayor confianza en la ciudadanía. Todas ellas vinculadas al “hacer”, al orden, a las respuestas y a la dirección.
La única organización de deliberación que goza de un buen índice de confianza son las juntas de vecinos, pero precisamente fueron las agrupaciones que más bajaron entre el 2021 y 2022 (quizás producto de la vergonzosa utilización electoral de la que han sido víctimas, la c terminó por acrecentarse producto del último plebiscito). Bastante más abajo aparecen las primeras instituciones políticas-i.e. municipios, gobernación y congreso.
Junto a lo anterior, una vez más los resultados muestran que para comprender esa necesidad de orden y dirección debemos considerar el elemento territorial en el análisis. Los datos son bien elocuentes en este aspecto: mientras más cercanía existe con la unidad territorial, mejor es la sensación de transparencia y probidad. Cuando nos preguntan por elementos abstractos o difíciles de percibir, nuestra opinión tiende a ser muy negativa, lo que cambia radicalmente si la unidad espacial la vivimos en el día a día. Por ejemplo, 8 de cada 10 personas sostienen que existe corrupción en el país, pero esa cifra baja a 3 de cada 10 cuando el espacio analizado es el barrio.
Esta valoración de “lo cercano” bastante se relaciona con la confianza que generan las instituciones que dan res-puestas. Es precisamente la institucionalidad local la que está llamada a ofrecer soluciones.
Todo lo anterior contribuye a un debate con más in-formación, lo que será esencial para la discusión constitucional que continúa. Por ejemplo, si lo que buscamos es dotar de legitimidad y confianza a un eventual nuevo órgano constituyente, quizás la bullada propuesta de listas nacionales (con candidatos que harán su campaña esencialmente en Santiago) no sea la mejor alternativa.
Después de todo, la legitimidad pareciera ser un concepto volátil que requieren de mecanismos (¿locales?) que la mantengan en el tiempo. Lo mismo aplica al debatir sobre la participación de los municipios en el debate, organizaciones cercanas y capacitadas para dar respuestas, pero bastante más precarias a la hora de fomentar la deliberación política inherente a cualquier discusión constitucional.
El desafío político que tenemos al frente es enorme.
Por lo mismo, las urgencias no pueden transformarse en una traba para reflexionar pausadamente y con evidencia sobre estos elementos que nos ayudan a comprender la realidad de nuestra región y del país.
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso