Entre la esperanza y la desinformación
“Luego de tres meses de trabajo, la Convención Constitucional finalmente aprobó sus reglamentos de funcionamiento y se alista para discutir las normas de la nueva Carta Fundamental. El camino recorrido hasta ahora no ha estado exento de dificultades ni de protagonistas. Pienso en aquella tarde de julio y en la compostura de Carmen Gloria Valladares para reconducir una ceremonia de instalación que a ratos parecía irse de las manos, en las primeras funas contra algunos convencionales a la entrada del Palacio Pereira, o, más recientemente, en el fraude de un ex convencional y las agresiones contra la llamada “tía pikachu”.
El tránsito hacia esta nueva etapa del itinerario nos ofrece la oportunidad de recordarle a los convencionales constituyentes que son muchas las esperanzas que la ciudadanía ha depositado en la importante función que desempeñan. Porque además de ser esta la vía escogida para superar una crisis social y política que se arrastra desde hace años, lo cierto es que los habitantes de nuestra región se muestran particularmente optimistas. En efecto, el reciente Estudio de Opinión Política de la Fundación P!ensa -la encuesta más importante y prestigiosa a nivel regional-, nos revela que tres de cada cinco habitantes de la región considera que la nueva Constitución generará cambios positivos en sus vidas. Cifra que además coincide con el número de encuestados que declara estar muy interesado en lo que ocurre con el proceso.
Ahora bien, sin perjuicio del optimismo e interés referido, la opinión de las 1650 personas consultadas parece distanciarse de lo que muchos constituyentes han argumentado a propósito de la participación ciudadana, en el sentido de que los plebiscitos dirimentes serían el mecanismo preferido por la ciudadanía. Contrariamente, nuestro estudio muestra que los habitantes de la región se inclinan por las instancias de participación consultivas, donde éstos pueden reunirse con los convencionales constituyentes y transmitirles su opinión sobre diversos tópicos, pero sin tener que tomar la decisión final. De hecho, sólo un 19% del total de encuestados considera que los plebiscitos dirimentes son el mecanismo de participación más apropiado. Quizás esto se relacione, en parte, al nivel de información que ellos mismos manejan. Y es que, por el lado de las malas noticias, un 61% de las personas declara estar poco o nada informadas respecto al proceso constituyente.
Aunque llevemos ya un cuarto del plazo máximo para la redacción de la nueva Constitución, lo importante recién va a comenzar. Parafraseando a un reconocido convencional de la zona, los jugadores han terminado con su calentamiento y ahora deberán entrar a la cancha a jugar su partido. Un partido de nueve meses en el que se decidirá el futuro de Chile y en el que, sin duda, los protagonistas se volverán cada vez más apasionados a medida que las discusiones de fondo recaigan sobre los asuntos que generen mayor polarización, como la forma de gobierno o la regulación de algunos temas “valóricos”.
La ciudadanía está expectante al trabajo que ahora se realizará, aunque también reclama por más y mejor comunicación. Por lo mismo, la labor de la Convención Constitucional y de las organizaciones que monitorean el proceso se vuelve doblemente desafiante. Porque la combinación entre desinformación y altas expectativas puede generar el caldo de cultivo para una futura decepción ciudadana. O pueden ser el catalizador para la realización de un trabajo más colaborativo que genere instituciones estables capaces de cumplir con los resultados esperados. Por el bien de Chile, esperamos que sea lo segundo.
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso