Ganemos y después vemos

Ganemos y después vemos

Comenzó la etapa de decisiones en el proceso constituyente, no solo porque el Congreso eligió a los miembros de la Comisión Experta y del Comité Técnico de Admisibilidad, sino porque los partidos políticos deben definir sus posturas sobre los pactos electorales que se presentarán el 7 de mayo a la elección de los miembros del Consejo Constitucional. Hasta el 6 de febrero tienen los dirigentes de los partidos de gobierno para tomar la decisión de ir en una o dos listas.

Es sabido que en Apruebo Dignidad quieren una lista única de gobierno, incluso, que incorpore a la Democracia Cristiana. Así al menos lo señaló explícitamente la ministra Camila Vallejo. A priori esta voluntad suena estratégicamente razonable, pero podría ser problemática por distintos motivos en el corto y mediano plazo.
El primer motivo es que sea visto como una nueva voltereta por parte de la coalición que ganó las elecciones presidenciales. Sería una demostración más de inconsecuencia quererunirse con todos los partidos que han criticado sistemáticamente por su legado en los últimos 30 años. “Son la vieja política” o “nuestra escala de valores y principios en torno a la política dista de la generación que nos antecedió”, son frases que no olvidan los
representantes de la ex Concertación.

Las declaraciones cruzadas entre el senador Guido Girardi y el presidente del PC, donde el primero señaló que una lista única sería la “lista de los indultos”, son una muestra de una especie de vuelta de mano por parte del socialismo democrático, que ahora está en una mejor posición negociadora considerando el resultado del plebiscito de salida donde los partidos con tendencia al centro quedaron fortalecidos.
El segundo motivo es que los acuerdos no son gratis. Si en Apruebo Dignidad quieren una lista única tendrán que ceder protagonismo en el gobierno, ya sea repartiendo más cargos ministeriales o dando concesiones de agenda legislativa en el Congreso, alejándose aún más del programa de gobierno inicial.

El tercer motivo está vinculado con los anteriores. Con los indultos a los “presos del estallido”, el Presidente afianzó a sus seguidores más fieles que ya comenzaban a criticarlo por entregarle excesivo protagonismo a rostros ajenos al Frente Amplio y al Partido Comunista. Sin embargo, las concesiones que se den para llegar a una lista única pueden desfondar al gobierno, alejando definitivamente a quienes actualmente son los único que apoyan la gestión presidencial, que solo tiene un 27% de aprobación según Cadem.

El cuarto y más importante motivo se relaciona con lo peligroso que es pactar solo en base a la calculadora electoral, sin fundamentos ideológicos que sean sostenibles. Si se llegase a dar que toda la ex Concertación (incluida la Democracia Cristiana) se une a Apruebo Dignidad, aquel pacto carecería de consistencia en las ideas. ¿Qué ocurrirá cuando se tenga que dotar de contenido al derecho de propiedad o el de los padres a educar a los hijos? En estos puntos hay grandes diferencias entre los partidos que el gobierno quiere unir, como quedó de manifiesto en la pasada convención.

Si bien es importante la formación de alianzas que aseguren escaños, por el bien de la propuesta constitucional los acuerdos políticos deben ser fuertes, en base a convicciones políticas. Los impulsores del nuevo proceso han señalado que no quieren replicar los errores de la fracasada convención, pero también deben enfocarse en no cometer nuevos errores, como lo sería pactar alianzas electorales que cedan fácilmente ante cualquier
desacuerdo.

Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso