¿Habrá estabilidad institucional post elecciones?
“Al Gran Valparaíso, los accidentes viales le ha costado -desde el año 2009 al 2018- casi tres millones de UF equivalente a todo el presupuesto de un año para la región. Por otro lado, dos transportes públicos son tratados de manera patrimonial más que como lo que son. Esto último, a mi juicio, por una incapacidad de equilibrar armoniosamente los elementos públicos en beneficio comunitario. Para ir más lejos, hay un transporte público que funciona con micros por un lado y metro por el otro, casi como dos enemigos íntimos.
Los antecedentes anteriores, nos muestra la punta del iceberg de un problema mayor: las deplorables condiciones de transporte que tienen los habitantes del Gran Valparaíso. Esto trae como consecuencia minimizar la calidad de vida de todos nosotros. Tacos, contaminación acústica, pérdida de tiempo productivo e inseguridades viales.
Lo descrito abre una oportunidad en momentos de cambios institucionales. Por ejemplo, sería un gran desafío liderar un proceso de mejoramiento del transporte del Gran Valparaíso, para transformarlo en el mejor del país o a lo menos más operativo para quienes lo usan diariamente. Un ejemplo de buen camino sería unir ciertos recorridos de micros cuyo origen es Concón o La Calera al metro y que dichos recorridos no terminen necesariamente en Valparaíso. Un cambio que parece sencillo, pero no lo es tanto.
¿Quiénes tendrán la capacidad para iniciar este proceso de cambio? Es sabido que estas acciones correctivas necesitan un fuerte liderazgo y capital político necesario para encajar a las instituciones correctas, las fuerzas económicas y políticas necesarias, además del siempre necesario equipo técnico.
Para finalizar, en la década de 1930 hubo un renombrado arquitecto -Agostino Bastiancig- que propuso “espirovías”, una infraestructura vial para conectar plan y cerros, consciente de la inminente masificación del automóvil. Esta propuesta tenía un objetivo claro y definido: un vehículo podía abarcar una superficie de Valparaíso (como se llamaba en aquella época al área metropolitana porteña) en 7 u 8 minutos. Una persona podría hacer el mismo recorrido en 15 minutos. ¿Podremos cumplir ese objetivo 90 años después?
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso