La cuenta incómoda
La primera Cuenta Pública de cada periodo es relevante por dos motivos. Primero, porque sirve para evaluar los 100 primeros días de cada Mandatario (no es poco). Y segundo, porque da señales de la dirección política de los nuevos gobernantes, lo que resulta esencial en un clima de crispación.
Pero, salvo algunas luces, me atrevo a sugerir que el Presidente Boric no logró aprovechar ninguno de los puntos mencionados.
En su primera cuenta no se entregó respuesta alguna al equívoco camino que ha recorrido su administración en estos tres meses, el cual ha apresurado el fin de su luna de miel con la ciudadanía. Nada de fácil era hacerse cargo de la fallida visita a Temucuicui que terminó en balazos (profundizando la dimensión política del conflicto en la Araucanía) ni asumir la derrota política en la iniciativa de un Estado intermedio en la macrozona sur.
Tampoco era sencillo reconocer la cuota de responsabilidad del Gobierno en el aumento en la morosidad del CAE ni analizar con altura de miras su propio rol en el tratamiento de la inflación que sufren los chilenos y del impacto de malas medidas que él mismo apoyó. Después de todo, el Presidente brilla a la hora de diagnosticar y sintetizar nuestros sueños, pero muestra muchas más dificultades a la hora de enfrentar el presente.
Pero lo que más llama la atención (a mi juicio) es que, reconociendo el talento y la visión del Mandatario, se haya desaprovechado la oportunidad para ofrecer un discurso político con dos o tres mensajes a la altura de nuestras circunstancias. En cambio, se optó por enumerar una amplia gama de futuras medidas (como una ley de rentas regionales y un tren rápido que viene prometiéndose en todos los últimos gobiernos) que nos dejaron medianamente claro lo que se pretende lograr, pero sin ninguna pista sobre el cómo lo lograremos.
En resumen, creo que presenciamos un discurso más bien incómodo. Una réplica de su programa de gobierno que, aunque maquillada, sigue sufriendo los mismos imperfectos desde el día uno.
El Presidente Boric pide calle, humildad y escucha, pero el espacio que le dedica a la seguridad, por ejemplo, sigue siendo la mitad (literal) que el dedicado a los derechos sociales. Al parecer, algo más de escucha será necesaria.
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso