La invasión Rusa y el hambre en Ucrania
La invasión rusa de febrero de 2022 a Ucrania no sólo rebarajó las cartas geopolíticas y económicas del mundo o evidenció de qué madera está hecho el régimen –a esta altura abiertamente dictatorial– de Vladimir Putin, sino que también ha azuzado debates que parecían olvidados o relegados al margen. La invasión militar a gran escala, los bombardeos contra población civil ucraniana y los crímenes de guerra perpetrados por agentes rusos han evocado los peores episodios de violencia que sufrió Ucrania en el siglo XX. El mayor, por la cantidad de muertos implicados, fue el Holodomor, expresión ucraniana que alude a la idea de “matar de hambre”. Entre 1932 y 1933 el dictador soviético José Stalin ordenó, en el contexto de lo que se llamó “colectivización del agro”, la transferencia de la propiedad privada a la propiedad comunal y la confiscación de los alimentos –principalmente granos– de los campesinos en las áreas rurales. Privados de lo mínimo para poder sobrevivir, el resultado fue una hambruna que comenzó a matar a la población campesina de Ucrania de inanición y que llegó en algunos casos hasta el extremo del canibalismo.
Se ha discutido posteriormente si fue un plan deliberado de exterminio de la población ucraniana rural o si fue un “daño colateral” que Stalin estuvo dispuesto a asumir. A favor de que hubo una planificación deliberada se constata el hecho de que la política de confiscación de grano fue acompañada por restricciones a la libertad de desplazamiento y la prohibición de que los campesinos se trasladasen del campo a la ciudad: así, los habitantes del campo fueron condenados a quedarse en sus casas y a morir de hambre. El saldo de esta política fue la muerte, de acuerdo a las estimaciones más actualizadas, de 3,5 a 4 millones de ucranianos.
El Holodomor, largamente olvidado en los siglos XX y XXI, ha vuelto con inusitada fuerza al centro de la discusión histórico-política con ocasión de la invasión rusa a Ucrania. Así, en noviembre de 2022 el Parlamento alemán declaró que la hambruna en Ucrania, provocada deliberadamente hace 90 años, merecía la tipificación de “genocidio”. La argumentación de las bancadas parlamentarias que apoyaron la moción (socialdemócratas, verdes, liberales y la oposición democratacristiana) fue que con esto no se pretendía relativizar los crímenes nazis en la Unión Soviética -dado el hecho de la responsabilidad histórica por las masacres perpetradas por agentes nazis en Ucrania durante la Segunda Guerra Mundial- , sino relevar la matanza estalinista con el fin de aprender de la historia y de evitar la repetición de estos crímenes contra la humanidad. Lo anterior abre la pregunta, ¿si acaso el bombardeo de casas y departamentos, los bombardeos de infraestructura crítica para dejar a la población civil sin agua, luz y calefacción en el invierno, el saqueo cultural (de museos etc.) y las masacres (en Bucha etc.) no tienen un tufo que nos retrotrae al siglo XX?
El genocidio del Holodomor, sin embargo, no está libre de debate. Aquellos que relativizan la categoría de “genocidio” apuntan al hecho real de que no sólo Ucrania fue afectada por la hambruna ordenada por Stalin, sino que también zonas del sur de Rusia como el Volga y además a Kazajistán. Las muertes por inanición fuera de Ucrania también sumarían 3 a 4 millones. Por tanto, se argumenta, no habría sido un plan deliberado contra Ucrania, sino un efecto colateral del plan de colectivización forzosa del agro. Con todo, y esto apuntala la tesis del genocidio, en el caso de Ucrania la política del hambre fue acompañada –como señalan Applebaum, Lemkin y otros– por una política de eliminación de las elites intelectuales y de la cultura ucraniana. Con esto se terminaba de completar un amplio arco: desde los asesinatos en masa, las deportaciones, los trabajos forzados en el Gulag, hasta la inanición y el exterminio cultural. Este aspecto adicional, la aniquilación de la elite nacional ucraniana, es un aspecto no menor que reafirma la tesis del genocidio. Lo anterior muestra que independiente del concepto semántico que usemos, ya sea genocidio, crimen contra la humanidad o simplemente un acto de terror de masas, nos encontramos ante una de las matanzas más colosales del siglo XX que recién ahora empezamos a recobrar. Que en Alemania la extrema izquierda (Die Linke) haya votado junto con la extrema derecha (AfD) por la abstención, es decir, por no reconocer la categoría de “genocidio”, además de curioso parece sintomático.
Columna publicada en El Mercurio