La televisión de Vidal

La televisión de Vidal

En una acción que recibió críticas de distintos actores—de un amplio espectro político y social—, Francisco Vidal fue nombrado como nuevo presidente de TVN. El hecho no pasó desapercibido, en cuanto se produjo a solo tres días de haber terminado su labor como vocero de la opción “En contra” en el pasado plebiscito.

Durante su nombramiento, el también exministro realizó agudas declaraciones a la prensa. En particular, y respondiendo la pregunta de El Mercurio sobre las recientes acusaciones de “poca cobertura” realizadas por el presidente Boric, Vidal sostuvo explícitamente que la televisión pública debiese siempre cubrir al mandatario y al resto de las voces institucionales. “Que Canal 13 elija… que Megavisión elija… que Chilevisión elija”, añadió con su particular elocuencia.

Pero más allá de la cuestionable dimensión política de su nombramiento, sus declaraciones también pueden ser vistas como una oportunidad para discutir y reflexionar sobre el rol de los medios públicos en nuestro país.

Al respecto, quizás lo primero que debemos reconocer es que nuestro sistema de medios está bastante lejos de ser el óptimo. Durante mucho tiempo se ha reparado—nacional e internacionalmente—en nuestros problemas asociados a la falta de pluralismo, pues contamos con pocos conglomerados que suelen concentrar el mercado. Esto ciertamente despierta muchas críticas que, cuando son vistas de buena fe, resultan bastante sensatas y relevantes. Si aspiramos al respeto y a la protección de la libertad de expresión, se vuelve esencial promover una estructura que permita a todas las voces ser escuchadas. Un sistema realmente inclusivo que tensione las distintas dimensiones del poder.

En la actualidad hay mucho que avanzar en ese sentido, sobre todo al considerar que, en muchas ocasiones, unos pocos intereses particulares terminan superponiéndose al derecho de los ciudadanos de recibir información oportuna y veraz. Y a esta realidad—que ya supone una serie de interpretaciones bastante sensibles—debemos sumar nuestra exacerbada concentración espacial que, por cierto, trasciende a los medios. No es ninguna novedad advertir que hoy contamos con lugares que terminan siendo marginados e invisibilizados por una industria que suele estar radicada en pocas comunas de nuestra capital. Si esta concentración no existiera, quizás otro gallo cantaría en la Macro Zona Sur, por ejemplo.

En ese contexto, los medios públicos efectivamente tienen el potencial de cumplir un rol crítico en la consecución de mayor libertad de expresión, de mayor inclusión y, en el fondo, de una democracia más saludable. Pero esto, creo, no lo conseguiremos “a la Jadue” ni “a la Vidal”.

El poder de los medios públicos radica precisamente en su independencia y autonomía. Estas empresas informativas se deben al interés general, el cual no debiese estar supeditado ni a privados ni a la particular visión de una u otra voz oficial. Es esa autonomía la que permite efectivamente tensionar y ejercer con plenitud su rol democrático, cuestionando el poder político y económico. Es cierto que Francisco Vidal no puso explícitamente en entredicho la independencia y autonomía de TVN, pero sí lo hizo implícitamente.

Solo a modo de ejemplo, en octubre del 2018 el Mercurio publicó un reportaje dominical sobre cómo, luego de siete meses en La Moneda, el gobierno de Sebastián Piñera había podido dominar con apariciones “en agenda”. La distinción que hacían en el artículo era relevante, pues sugerían que, hasta esa fecha, los ministros no habían sido capaces de impactar en los medios con mensajes acordes a los intereses que sus propias carteras querían transmitir. Entonces, las apariciones eran más bien reactivas, teniendo que hacer frente a una serie de otros asuntos que no habían sido promovidos por las “voces institucionales”.

El reportaje es interesante, pues grafica muy bien la importancia de los medios, los cuales no tienen por qué siempre cubrir las actividades que el oficialismo quiere. Al contrario, tal como le pasaba a Piñera (y a Bachelet, y a Lagos y a cualquier otro), le suelen dar mayor visibilidad a aquellas situaciones que las autoridades prefieren ocultar u omitir. Este asunto es particularmente decisivo en opinión pública, pues desde hace ya bastantes décadas se ha demostrado que los medios terminan incidiendo en aquellos elementos que predominan en las mentes de los lectores/televidentes. Entonces, un medio que no sea capaz de desafiar el poder institucional desde la cobertura misma, es un medio que sencillamente terminará transformándose en un amplificador de esas imágenes que la misma institucionalidad busca inducir en la mente de la ciudadanía. Y ojo que esto no lo digo en términos “orwellianos”. No se necesita un dictador ni un déspota para evidenciar este conflicto. Todas las autoridades, de todas las administraciones y de todos los colores políticos buscarán siempre dominar la agenda.

Pongo esta misma situación, en otros términos. Tanto La Moneda, como el Senado, como la Cámara de Diputados, como los Ministerios, como las Subsecretarías, como la Seremías, como los Gobiernos Regionales y como cada subdivisión del Estado, cuentan con equipos de periodistas y canales que, financiados por todos, permiten facilitar sus comunicaciones. Son bastantes los recursos que, en buena hora, están destinados a la efectiva información de las actividades y de los logros de esas “voces institucionales”. A mi juicio, esto es algo positivo que, desde luego, debiera seguir existiendo, en cuanto ayuda a acercar a la ciudanía, mejorando nuestra afección, nuestro interés en los asuntos públicos y nuestra confianza en las muy diversas instituciones que componen nuestro sistema. Pero ahí están esos connotados equipos, esos jefes de prensa, esos canales institucionales y esos estrategas. Ellos deben desempeñar esa función, buscando que sus intereses sean cubiertos. No los medios públicos, que debiesen tensionarlos amparados en su libertad y autonomía.

En resumen, son muchos los desafíos que tiene TVN por delante, pero ninguno de ellos involucra, ni tangencialmente, el dar más cobertura a las actividades y logros de las voces institucionales. Para eso ya tienen sus canales oficiales.