Las Salinas: hacer bien las cosas

Las Salinas: hacer bien las cosas

Las Salinas podría ser el mayor proyecto urbano de Viña del Mar en décadas. Hablamos de un terreno contaminado que, tras una biorremediación validada por equipos técnicos y por la Corte Suprema, puede transformarse en un barrio con viviendas, parques y una nueva red vial que mejore la conectividad de la zona. Sin embargo, hoy predomina una oposición que, bajo el lema de “hacer bien las cosas”, ha generado obstáculos que revelan falta de gestión y visión.

Según ha consignado la prensa, la inmobiliaria acusa demoras en certificados que deberían emitirse en plazos breves -como el de Certificado de Informaciones Previas (CIP) – y una baja disposición municipal a resolver estos imprevistos. La alcaldesa, por su parte, invoca valores como la probidad y la rigurosidad para distinguirse de administraciones anteriores – aunque este sea su segundo período- y justificar tiempos que no se condicen con la tramitación regular.

Pero el trabajo municipal no es sólo cumplir en lo administrativo, también implica gestionar, negociar y gobernar buscando puntos de encuentro. En Viña se ha preferido la parálisis por procedimiento, algo que ya experimentamos con la fallida acción judicial contra el proyecto de viviendas sociales de la inmobiliaria Los Silos III.

El patrón no es aislado. En Ñuñoa, la alcaldía del Frente Amplio intentó frenar el megaproyecto de Fundamenta en plaza Egaña mediante interpretaciones y obstáculos administrativos. Similarmente, el exalcalde Sharp judicializó, sin éxito, diversos proyectos -incluido Parque Pümpin- para dar una señal a las empresas locales.

Dado lo anterior, la falta de gobernanza y reglas que reduzcan la discrecionalidad son tareas pendientes. En otras latitudes, como Nueva York, los proyectos de gran escala tienen ventanas de participación con plazos definidos para que la ciudadanía opine, mientras la municipalidad negocia y vela por el debido proceso antes de su inicio. Esto otorga certezas y un marco temporal que minimiza decisiones discrecionales.

Viña del Mar necesita reactivación, no bloqueo. Tras un incendio que destruyó cerca del 5% de su stock habitacional y con un presupuesto nacional 2026 que trae menores recursos en vivienda, la ciudad necesita atraer mayor inversión y proyectos que reactiven su economía. Para ello, es fundamental contar con un liderazgo capaz de conducir, en vez de culpar a terceros y escudarse en lo administrativo.

El Hacer bien las cosas también es hacerlas a tiempo, algo que en esta administración parecen no comprender todavía. Cumplir la norma es condición necesaria, pero en proyectos de envergadura hace falta coordinación, mesas técnicas y capacidad real de negociación público-privada. Cuando la política no agiliza, la ciudad se detiene; y lo que se pierde no son sólo proyectos, sino años de desarrollo, inversión y confianza pública.


Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso