Lluvia vs. sequía: a no engañarse

Lluvia vs. sequía: a no engañarse
soil and grass during drought cracks in the land of drought. New life

Según los reportes meteorológicos de la semana, se acerca un nuevo aguacero en el sur del país que será provocado por un “río atmosférico”. Coloquialmente, este río es un conjunto de nubes que se desplazan desde el trópico y que, según los expertos, debe su nombre a que están altamente cargadas de “agua” y a una temperatura mayor que las normales. Esto provoca una intensa caída de agua a una isoterma alta, es decir, que llueve intensamente a mayor altura. De ahí que no haya mucha nieve en donde naturalmente si la había en estas fechas.

Por cierto, esto de los ríos atmosféricos no es un fenómeno nuevo; de hecho, la tormenta que vivimos hace unas semanas atrás fue producto de uno de ellos. Las lluvias fueron tan intensas que a muchos nos recordó las de nuestra niñez o juventud, sin embargo, por la sequía que se arrastra desde hace más de una década no se habían presentado de manera regular sino más bien esporádicamente.

Por lo mismo, la intensidad de las lluvias pasadas y de las que próximamente se vivirían en las regiones sureñas podría hacernos creer -erróneamente- que la sequía por fin está pasando. Esto último está lejos de la realidad, puesto que la situación hídrica del país es extremadamente crítica y compleja. Por ejemplo, los datos entregados por Esval en su último reporte hídrico nos pueden ilustrar de forma bastante clara el estado ácueo de la región de Valparaíso. Los déficits de lluvia en comparación a un año normal de lluvias en San Felipe y Petorca son de -100%, en Valparaíso de -23,1% y en San Antonio de -81,3%.

Pero no solo es lo anterior. Todos sabemos lo importante que son los embalses dado que alimentan el consumo humano de agua potable, sin embargo, sus niveles son realmente preocupantes. Por ejemplo, el embalse de Peñuelas tiene una capacidad de 95 millones de metros cúbicos de agua y hoy tiene solamente 105 mil, lo que representa 0,1% de su capacidad; el embalse de Los Aromos tiene casi 8,8 millones de los 35 millones que permite alojar; mientras que el embalse La Luz, si bien tiene 61% de agua con respecto a su capacidad, esto es solo 3.355.942 de metros cúbicos de un total de 5.500.000.

Nuestro escenario de embalses y déficit de lluvias es lapidario, a lo que se suma otro dato que muestra lo preocupante de la situación en nuestra región. Este es el indicador de nieve caída, donde a la fecha tenemos un déficit de -98%. Usted dirá “pues solo es nieve”, sin embargo, son las reservas naturales de agua de las que disponemos. En otras palabras, sin nieve habrá menos agua en la temporada de verano.

En resumen, podemos observar que el panorama es totalmente desolador. Como ciudadanos no podemos relajarnos con la sequía aunque las lluvias parezcan traer algo de alivio. Evidentemente todos queremos que llueva lo máximo posible, pero no podemos encandilarnos con la lluvia pasada ni con las próximas precipitaciones. La profundidad del problema es tal que todos debemos colaborar por consumir el agua necesaria y nada más, de lo contrario, vamos directo al racionamiento hídrico y al aumento del gasto en sequía que, solo el año pasado, significó para Esval un aumento de 60.2%, superando los 5 mil millones de dólares.

Finalmente, debemos promover tecnologías que ayuden a disminuir el consumo de agua, por ejemplo, en la agricultura. En donde se podría promover con mayor fuerza los riegos altamente tecnificados o que las nuevas plantaciones obligatoriamente cumplan con un plan óptimo de tecnología y riego. Así, cuidamos el agua, que cada vez tenemos menos.

Columna publicada en Cooperativa