¿Lo damos vuelta?

¿Lo damos vuelta?

Para muchos chilenos, el lunes de la semana pasada o “súper lunes” marcó el inicio del año, tanto con el regreso a clases de colegios y universidades, como con la vuelta al trabajo de muchos después de sus vacaciones. En la arena política, el año también comenzó con todas sus letras: el Congreso volvió al trabajo legislativo, varias autoridades de gobierno retomaron sus funciones y, como gran novedad, inició el trabajo de la Comisión Experta y el Comité Técnico de Admisibilidad, dos de los tres órganos que participan del nuevo proceso constituyente. Lamentablemente, y a diferencia del año 2021, este desafío comienza con menos entusiasmo y esperanzas debido a los errores cometidos en el pasado y sus múltiples consecuencias.

En primer lugar, los líderes de la Convención Constitucional pasada hipotecaron el éxito del proceso con sus formas, donde predominó la falta de diálogo y la soberbia al rechazar ideas sólo porque provenían de un sector político determinado. Propusieron normas revanchistas y refundacionales, sin autocrítica y acusando a una supuesta campaña de noticias falsas al ver el poco apoyo en las urnas. Es más, todavía muchos de los que llevaron adelante la campaña del apruebo siguen sin realizar un verdadero mea culpa e insisten en que perdieron porque la ciudadanía fue engañada.

Las consecuencias negativas que dejó el primer intento se pueden constatar en la última
encuesta Pulso ciudadano; realizada por Activa, en la que sólo el 16% de las personas se muestran optimistas, mientras que un 57% manifiesta tener poca o ninguna confianza en el nuevo proceso. El desprestigio que se generó durante la primera etapa fue tan significativo que la encuesta mencionada puede interpretarse como un rechazo de la ciudadanía hacia la política institucionalizada.

En segundo lugar, el contundente triunfo del rechazo ha dado un nuevo aliento a quienes pretenden mantener intacta la constitución de 1980, argumentando que el nuevo proceso obedece más bien a la voluntad de los partidos políticos que al interés de un pueblo que esta vez no fue consultado. Curiosamente, una razón similar es invocada en el extremo opuesto que aún se resiente del plebiscito de septiembre, y que sostiene que este proceso carece de legitimidad por delegar la elaboración de un anteproyecto constitucional a expertos designados por las fuerzas políticas con representación parlamentaria. Y si bien el lunes de la semana pasada esta nueva etapa comenzó de manera sobria, sin polémicas en la entonación del himno nacional y sin corpóreos de dinosaurios o pokemones, el panorama no se ve fácil. En términos futbolísticos, podemos decir que el equipo que juega esta final parte perdiendo por uno o dos goles, debiendo dar vuelta el resultado antes del pitazo final de diciembre de 2023. Por lo mismo, es importante que los jugadores aprendan de los errores del pasado y trabajen de manera más colaborativa para tener un estilo de juego reconocible y que entusiasme rápidamente a la afición. ¿Será eso suficiente para dar vuelta el partido? Lo veremos en los próximos meses.

Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso