Los desafíos del Presidente

Los desafíos del Presidente

Comienza oficialmente una nueva etapa política liderada por el presidente Gabriel Boric. Y con ello también inicia su programa de gobierno, del que vale la pena recordar algunas propuestas: 40 horas laborales, mejores pensiones o internet como servicio básico universal, entre otras. En el ámbito territorial, se proponen “municipios de cambios” y la eliminación del delegado presidencial regional, todo ello acompañado de la promesa de convertirse en el primer mandatario que culmina su período con menos poder que con el que inició.

Sin embargo, más allá del programa -que probablemente sufra ajustes y recortes dentro de los primeros cien días de gobierno-, hay una expectativa que para Boric será imposible soslayar. Y es que, desde el retorno de la democracia, es el único presidente ligado a una región; y no a una cualquiera, sino a una extrema como lo es Magallanes.

Las regiones de Chile, exceptuando a la Metropolitana, suelen ser mudas testigos de cómo Santiago avanza con grandes obras de infraestructura y movilidad, dejando a la suerte de la vida a las personas que viven fuera de la gran metrópolis capitalina. Por lo mismo, es en el comportamiento que el presidente tenga con las regiones donde se medirá su estatura política. Durante su campaña, y antes de asumir, hemos visto que gran parte de su capital político se ha construido bajo la imagen de un hombre que viene de afuera y que está lejos de ser lo que fueron sus antecesores. La imagen del árbol magallánico, la visita a la isla Juan Fernández durante vacaciones o la elección del Barrio Yungay como lugar de residencia, corresponden a decisiones destinadas a reforzar un perfil que se aleja del clásico político de la elite santiaguina.

En este contexto, para la región de Valparaíso la llegada de Boric representa una oportunidad con aires de esperanza construida sobre una base de más de medio millón de votos. La ciudadanía espera de él y de su equipo que los grandes desafíos regionales -algunos de ellos de lata espera-, tales como seguridad, sequia, o las tensiones de la expansión portuaria, sean abordados sin matices. Tampoco podemos dejar atrás el anhelado tren Valparaíso-Santiago. En definitiva, tiene la oportunidad de poner sobre relieve la importancia de la región de Valparaíso para el país, lugar que hace tiempo añora que se concreten grandes obras públicas.

¿Será capaz el nuevo gobierno de transformar las necesidades de la región en cosas concretas? ¿Podrán sus autoridades articularse para dar respuesta a las urgencias que tenemos? ¿El valle podrá solucionar el problema del agua potable? ¿Tendrá parque el borde costero? ¿Bajaremos definitivamente el T2 en su gobierno? Las preguntas son diversas. Desde hoy, las respuestas dependerán de su capacidad de liderazgo y tenacidad para con esta región. El reloj ya no cuenta hacia adelante, sino que comienza la cuenta regresiva de un período que dura cuatro años, en un escenario local e internacional que presenta desafíos. Ya no como un niño que desafío al poder y quebró paradigmas, sino que, como adultos con el poder presidencial en sus manos, cambiando de oposición (siempre más cómodo) a la complejidad de ser oficialismo.

Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso