Seguridad en crisis

Seguridad en crisis

El Estado, según Hobbes, se origina en la necesidad de protegernos de amenazas externas e internas. Las personas renunciamos a resolver los conflictos con nuestra propia fuerza (ley del más fuerte) y le entregamos al Estado el monopolio de su uso esperando, en contrapartida, que este cumpla con su deber original: darnos seguridad para que cada cual pueda desplegar, en paz y tranquilidad, su proyecto de vida.

El Estado de Chile ha abdicado de su tarea principal y hoy sufrimos una grave crisis de seguridad. Hemos transitado de una delincuencia común a una propia del crimen organizado, importado violentas formas de delito, permitido la expansión del narco, rendido frente al terrorismo y abandonado los centros de las grandes ciudades a la anomia e incivilidad, especialmente desde el 18 de octubre de 2019.

Si bien este es un fenómeno multicausal y de responsabilidad compartida, uno esperaría de las autoridades sentido de realidad, autocrítica y propósito de enmienda. Tendremos que seguir esperando. Consultado sobre el alza de delitos, el Presidente lo relativizó y afirmó que la periodista estaría haciendo cherry picking, es decir, escogiendo algunas cifras para hacer su punto, pero omitiendo otras que lo desvirtuarían, pues los últimos datos mostrarían una disminución de los robos de vehículos. Su afirmación es incorrecta, ofensiva para las víctimas y preocupante para los chilenos. Al 21 de agosto, el robo violento de vehículos había subido 119% en los últimos 28 días y 121% durante 2022 (STOP, Carabineros).

Explicando por qué la propuesta de la Convención le quita el carácter militar a Carabineros, el exconvencional Bassa afirmó que este significaría que los carabineros ven a los ciudadanos como enemigos y que, además, vienen sistemáticamente perdiendo confianza ciudadana. Lo primero es un ridículo insulto a los 60 mil carabineros y horada gratuitamente su legitimidad. Lo segundo es falso: la última encuesta CEP muestra el repunte de la confianza ciudadana en Carabineros, pasando de 26 a 38 puntos entre 2021 y 2022, siendo la cuarta institución más confiable, muy lejos de los 22 puntos de la Convención.

Hace pocos días, 20 balazos sobre un automóvil en Valparaíso resultaron en la muerte de dos jóvenes de 19 y 20 años y en lesiones que mantienen grave a una niña de 12. El alcalde Sharp, quien ha promovido en tribunales quitarle herramientas a las policías y ha defendido la refundación de Carabineros, se tuvo que “”hacer cargo”” por redes sociales, pues andaba en el sur haciendo campaña por el Apruebo. Al 21 de agosto de este año, en la jurisdicción de la Prefectura de Valparaíso han aumentado, respecto del año anterior, un 67% los homicidios, un 162% los robos con intimidación y un 250% los robos violentos de vehículos.

Hoy, Chile está ad portas de votar la propuesta de la Convención que, junto con consagrar el derecho a la seguridad ciudadana, elimina el estado de emergencia (que se utiliza para combatir el terrorismo en el sur y la inmigración ilegal en el norte), le quita el carácter militar a Carabineros y omite una condena expresa al terrorismo.

Más allá de texto, elegiremos entre dos caminos para enfrentar nuestros desafíos de las próximas décadas, donde el combate a la delincuencia y el terrorismo se revelan como prioritarios.

Boric, Bassa y Sharp son importantes líderes del Apruebo y su aproximación al tema constituye un elemento de juicio útil para comprender el camino de cambios que ellos defienden y ponderar si es el correcto para lograr la paz que hoy los chilenos claman.

Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso