Vidrios Rotos
La publicación de una nueva versión de la Encuesta de Calidad de Vida de la Fundación Piensa da cuenta de la baja percepción ciudadana en varias dimensiones del equipamiento urbano de la región. Esto es bastante interesante pues, hablamos de una de las regiones con mayor cobertura urbana país. Dado ello, algo más debe estar motivando las sensaciones negativas. Me atrevo a pensar que esto, probablemente, se asocia a temas de seguridad pública, la cual también tiene baja evaluación en la encuesta.
El aumento sustantivo de delitos de mayor connotación social es un tema in crescendo, especialmente en Viña del Mar y Valparaíso, por lo que la sensación de inseguridad es algo que también ha crecido en el último tiempo. Esto podría ayudar a explicar por qué la valoración de elementos urbanos con amplia cobertura—como lo son luminarias y señalización vial—han disminuido significativamente en el tiempo. A ello se suman las cuatro dimensiones con peor evaluación: la limpieza, la prevención de rayados en espacios públicos, los animales callejeros y las medidas adoptadas para enfrentar el comercio ilegal. Todo ello da cuenta de una percepción de deterioro e inseguridad en nuestros puntos de encuentro, lo que se exacerba en ciudades como las mencionadas.
Lo anterior se puede explicar a través de la teoría de los vidrios rotos. Ésta explica como la delincuencia puede ser catalizada a través del abandono de los espacios públicos, producto de sensaciones de inseguridad y un menor uso de éstos, lo que se traduce en lugares que fomentan los delitos. Y es que, si un vidrio de un edifico se rompe y no se repara, otros sufrirán lo mismo; esto impacta en la sociedad a través de la sensación de deterioro y actúa como un catalizador para la ocurrencia de incivilidades.
Por supuesto, ciudades más inseguras percolan en otras dimensiones de nuestra sociedad como el desarrollo económico y la segregación de los más pobres. Por citar unos ejemplos de lo anterior, con Maximiliano Duarte advertimos hace un tiempo en una radiografía a Valparaíso, que tanto la concentración de comercio como la migración de grupos socioeconómicos altos, se mueven cada vez más hacia Concón—comuna con la mejor evaluación en la encuesta—, dejando relevados a grupos bajos en Valparaíso y en diversos lugares de Viña del Mar. Junto con lo anterior, los datos expuestos por la encuesta también se correlacionan con la cantidad de crímenes per cápita, pues ambas comunas lideran en ambos ámbitos.
En conclusión, existe trabajo a realizar por parte de las autoridades locales en Viña del Mar y Valparaíso para revitalizarlas y cambiar el curso actual. De lo contrario, la onda expansiva de los fenómenos descritos puede aumentar su amplitud y afectar a la calidad de vida y el desarrollo económico de éstas. Es tiempo de reparar los vidrios rotos y, para ello, los planes de regeneración urbana, desarrollo económico y seguridad son fundamentales para devolver la vida a barrios que han sufrido del abandono por parte de autoridades y sus propios habitantes.
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso