Y ahora, ¿quién podrá ayudarnos?
La delincuencia y la violencia son temas que vienen afectando a la ciudadanía desde hace un tiempo. Tristemente, ya es recurrente que a lo largo de la región alguien despierte lamentando el asesinato o el asalto violento de algún ser querido. Y es que, indudablemente, la percepción de inseguridad ha aumentado en el último tiempo, lo cual ha influido en las expectativas sobre las autoridades y en la forma en que habitamos nuestras urbes.
En este contexto, el último Estudio de Opinión Política de Fundación P!ensa da cuenta de que la delincuencia es uno de los principales malestares de las comunas de nuestra región. El drama es que el fenómeno tiende a percolar en las dinámicas urbanas, puesto que sin seguridad es difícil que las ciudades se desarrollen de la manera que esperamos.
La ciudad puerto sabe bien de esta historia, pues lleva años e declive y sometida a la violencia. Entre sus efectos, hoy se nos presenta un plan adornado por locales y residencias vacantes, edificios patrimoniales vandalizados y un comercio formal que se atrinchera con cortinas metálicas y pierde lugar ante la informalidad -situación también advertida en la encuesta-. En contraste tenemos a la comuna de Concón, donde si bien la delincuencia también es percibida como un problema, su calificación es muy superior a la de Valparaíso, así como también lo es la gestión del alcalde y la provisión de bienes y servicios públicos. De hecho, lo anterior es consistente con que Concón y Valparaíso se perciban, de acuerdo a la última encuesta de Calidad de Vida P!ensa, como las comunas más y menos atractivas de la región, respectivamente.
Aunque el fenómeno es multivariado, pues también existen problemas de dotación policial, el actuar de las autoridades también es incidente en la percepción ciudadana. Para ilustrar, mientras morían dos jóvenes en Valparaíso el alcalde Sharp manifestaba desde el sur-donde hacía campaña por el plebiscito- su lamento por la lista larga de vidas perdidas en su comuna. Y si bien el problema es más complejo que una serie de declaraciones, no es la primera vez que el edil muestra mayor preocupación por la agenda nacional que la local, aun cuando la ciudad experimenta un declive sostenido -cosa que probablemente ayuda a explicar la drástica caída en su evaluación de este año-.
Los problemas de la delincuencia y el desarrollo urbano son complejos y no hay una receta mágica; sin embargo, su relación es fuerte y la gestión alcaldicia es uno de los primeros pasos para mejorar las condiciones de una ciudad. Y es que, si no se actúa pronto, no es descartable que aumente el éxodo porteño y la violencia escale a grupos ciudadanos que buscan justicia por su propia mano, lo que ha terminado con finales lamentables en otras latitudes. Mientras tanto, sólo queda preguntarnos, ¿Quién podrá ayudarnos a salir de la crisis de violencia? La respuesta no es obvia y la ciudadanía comienza a inquietarse cada vez más.
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso