Bienestar y descontento. La revuelta alemana de 1968 y el caso chileno de 2019

La revuelta estudiantil de 1968 sacudió hasta la médula a la sociedad alemana occidental e introdujo una línea de fractura que todavía hoy -muchas décadas después- resuena entre las viejas y nuevas generaciones. Tanto en el debate político presente como en discusiones académicas, 1968 es invocado para representar lo deseable o, por el contrario, lo indeseable. Descontando las distancias temporales, geográficas y culturales entre la revuelta alemana y el estallido social chileno de 2019, subsiste la pregunta relativa a la posibilidad de una matriz común que nos permita situar el caso chileno -sin negar sus especificidades- en un horizonte de precedentes históricos más amplio. La interrogante por posibles precedentes nos lleva, a su vez, a la pregunta por la modernidad. Concretamente, ésta se podría formular de la siguiente manera: ¿cuán típicamente moderno es el fenómeno chileno? Para responder esta cuestión, y con miras a una comprensión más amplia del estallido de octubre, vale la pena reparar en experiencias históricas lejanas, pero no por eso menos iluminadoras, donde la revuelta alemana de 1968 se presenta como un hito que debiese llamar nuestra atención.