Marcada por los incendios, la Región de Valparaíso enfrenta un nuevo escenario económico en que las cifras de desempleo, informalidad, crecimiento y ventas del comercio preocupan. A la luz de este panorama, la economista P!ensa, Carolina Abuauad analizó en un reportaje de El Mercurio de Valparaíso cuáles son las urgencias que se deben atender.
“A un difícil año 2024 para la zona, duramente golpeada por los catastróficos incendios de febrero -que dejaron 134 víctimas fatales, más de 7.000 viviendas e infraestructura destruidas, y miles de personas damnificadas-, remiten las últimas cifras económicas, partiendo por la tasa de desempleo regional, que escaló al 9,1% en el trimestre noviembre 2023-enero 2024, por encima del 8,4% nacional y con un alza de 1,3 puntos porcentuales en comparación con el mismo periodo anterior.
Y aunque esta semana se conoció que el Indicador Mensual de Actividad Económica (Imacec) de enero superó las expectativas y aumentó 2,5% en comparación con igual mes del año anterior, las cifras de crecimiento local más actuales corresponden a las del Producto Interno Bruto Regional del tercer trimestre de 2023, informadas por el Banco Central, que indican que la expansión en esta zona fue del 0,3%, por debajo del 3,9% de Coquimbo y del 5,8% del Biobío.
Lo mismo vale para las ventas del comercio minorista, ya que las últimas estadísticas regionales disponibles de la cámara nacional del ramo se remontan también a noviembre de 2023, cuando Valparaíso sumaba 19 meses de caídas, con una baja real de 9,9% entre enero y el penúltimo mes del año.
Muchas expectativas de recuperación estaban puestas en el verano, pero la devastadora catástrofe irrumpió cuando se producía el recambio de visitantes, en los primeros días de febrero, motivando la cancelación de más del 60% de las reservas en alojamientos turísticos, según declaró el presidente de Hoteleros de Chile, Alberto Pirola. Y Aunque Fedetur informó el jueves que la tercera semana de febrero la ocupación alcanzó 64%, la demanda no llegó al nivel del periodo anterior.
Dos economistas y tres dirigentes gremiales analizan el rumbo que podría tener el año económico que ya se deja ver al terminar las vacaciones.
GOLPE A LA ACTIVIDAD
Además de la irreparable pérdida de vidas y hogares, la catástrofe golpeó duramente la actividad económica del Gran Valparaíso, en especial turismo y otros servicios, con implicancias que se extenderán en el tiempo.
“El sector turismo representa el 3,5% del PIB del país, y de él casi el 11% se genera en la Región de Valparaíso”, por eso la grave afectación a causa de los incendios, señala el decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Valparaíso, Diego del Barrio, quien llama a formular un plan de incentivo, ya que la temporada de cruceros concluye en abril.
La economista e investigadora asociada en la Fundación Piensa, Carolina Abuauad, expone que los servicios, entre ellos el turismo, son un componente clave de la economía regional. Además, las actividades de alojamiento y servicio de comidas representan más del 5% de la población ocupada, y es más importante en la temporada estival, cuando los operadores del rubro se juegan sus ingresos del año, “situación que se complica en el contexto actual, en que la catástrofe de los incendios llevó a cancelaciones y abandono de reservas en el verano”.
Agrega que las implicancias de todo esto “de todas maneras serán negativas” y se suman a las cifras poco auspiciosas para la región que se conocieron en 2023, por lo que “la respuesta del Gobierno y las autoridades regionales serán fundamentales”, puesto que “la capacidad de las personas afectadas de reinsertarse en la sociedad, en sus trabajos y tener nuevamente un lugar donde vivir, dependerá profundamente de la eficacia, eficiencia y dirección de las ayudas entregadas”.
IMPACTO INNEGABLE
Gianina Figueroa, presidenta Unapymechile, que representa a micro, pequeñas, medianas empresas, emprendedores y trabajadores por cuenta propia, plantea que esta catástrofe sin precedentes “también ha generado efectos colaterales muy difíciles de revertir en un corto plazo. Lo perdido es cuantioso, especialmente para el turismo, el comercio, los eventos, la cultura”, que tenían altas expectativas de recuperación en esta temporada tras las pérdidas por la suspensión del Año Nuevo en el Mar.
Hace ver que la región “aún no recupera el turismo receptivo prepandemia” y que terminó 2023 “con un crecimiento estancado, el poder adquisitivo muy disminuido; la inflación golpeó a todos; toques de queda, falta de trasporte, cortes de servicios básicos durante las primeras semanas de la tragedia. Todo impactó fuertemente en nuestras unidades productivas”
Para el presidente de la Cámara Regional del Comercio de Valparaíso, Javier Torrejón, “el impacto económico que esta tragedia ha generado y generará, más allá de lo ocurrido en las dolorosas jornadas del 2 y 3 de febrero, es innegable”, partiendo por la paralización de las provincias de Valparaíso y Marga Marga debido al desastre, que derivó en la afectación de trabajadores de negocios, locales y empresas, interrupción de servicios básicos y problemas generalizados de desplazamiento.
“La catástrofe no sólo afectó vidas, sino que también impactó la economía de varias comunas de la región. Diversos sectores se han visto afectados, hemos tenido repercusiones en el turismo y la actividad comercial, lo que ha impactado profundamente los ingresos y la economía de la región”, complementa el presidente de la Asociación de Empresas Región de Valparaíso-Asiva, Gerald Pugh.
LA MARCA DEL DESASTRE
“Quisiéramos, a pesar de todo, mirar con esperanza el futuro”, dice Gianina Figueroa, quien admite que “el horizonte no se ve tan fácil, seguimos manteniendo alta cesantía, con elevados niveles de informalidad, bajas ventas y en nuestro caso, como Gran Valparaíso, con el desafío de una reconstrucción gigantesca” que requerirá “de los máximos esfuerzos” del Estado.
Carolina Abuauad: “Si antes esperábamos que 2024 fuera un año de salida del estancamiento, estos acontecimientos nos ponen nuevos desafíos. Por ejemplo, el daño que tuvo el turismo va a ser probablemente irrecuperable, y las mejores cifras que podrían haberse observado durante el verano, ya no van a ser tales. Vuelven a ser fundamentales las ayudas y el plan de reconstrucción impulsados por el gobierno, la delegación regional y los municipios. Si logran ser efectivas, sectores como la construcción -que está muy deprimido- pueden tener un impulso adicional”.
Javier Torrejón recuerda que tanto la región como el país experimentan un contexto económico profundamente complejo, marcado por el estallido de 2019, la crisis sanitaria, la inflación y “un clima de polarización política que no genera un escenario auspicioso para proyectos de inversión de gran envergadura”, lo que sumado al impacto de la catástrofe hará más complejo que el aparato productivo pueda superar rápidamente esta difícil coyuntura.
SECTOR PRODUCTIVO
A la hora de abordar la recuperación del sector productivo destruido o dañado por el mega incendio, los actores consultados coinciden en que difícilmente se podrá lograr en un año.
“Será un proceso prolongado que se extenderá más allá del 2024”, opina el presidente de ASIVA. “La reconstrucción de infraestructura dañada, la restauración de la confianza del consumidor y la reactivación de las actividades comerciales requerirán una planificación cuidadosa y una inversión sostenida. Es fundamental que se implementen políticas y programas de apoyo a largo plazo para garantizar una recuperación económica sólida y sostenible a todas las empresas”.
Carolina Abuauad piensa que dependerá de la capacidad de establecer una cooperación público-privada, y en ese contexto plantea que las autoridades deben cooperar para que la reconstrucción sea expedita y aquellas personas que quedaron sin empleo, puedan recuperarlo lo más rápido posible. “De efectuarse un buen plan, como es esperable, es probable que la reconstrucción del sector productivo no finalice este año, sino en 2025, recuperando recién ahí los niveles de actividad y volver a aportar de manera íntegra a la economía regional”.
Javier Torrejón recalca que las primeras cuantificaciones realizadas por el Ministerio de Economía y distintas asociaciones gremiales, apuntan a que los daños y afectación por el incendio ascienden a cerca de $35 mil millones y que alrededor del 58% de las empresas afectadas en el polo industrial El Salto de Viña del Mar no cuenta con seguro, mientras un alto número quedó imposibilitado de reanudar sus labores en lo inmediato.
“El diagnóstico de las necesidades más urgentes es claro: acceso a créditos blandos, herramientas de subsidio para garantizar la estabilidad laboral, rápida tramitación de los permisos necesarios para que las empresas vuelvan a funcionar, y llegar con iniciativas y medidas que permitan solucionar dichas necesidades”, señala.
Diego del Barrio observa por su parte que la recuperación “tendrá que ir con incentivos a la inversión en stock de capital”, dada la pérdida de aquél, de infraestructura y transporte, “además de las cadenas productivas de proveedores al Barrio El Salto y comercio de servicios del mismo”.
Gianina Figueroa expone que “las empresas de menor tamaño han perdido sistemáticamente participación en las ventas totales” y hoy registran un 12%, aunque pesa “sobre nuestros hombros la mayoría del empleo del país”. A esto, añade, se suman las crisis sanitaria y económica y ahora los incendios que agudizan el porvenir.
“Aunque los economistas proyectan una leve mejora en 2024, hoy no hay ce tezas de cuánto tardaremos en recuperar la senda del crecimiento, por lo que es clave cómo se pueda seguir enfrentando los inmensos desafíos en temas productivos, empleo, inversión, tecnologías y mercado, con soluciones distintas y diálogo político que construya futuro y progreso”
EMERGENCIA LABORAL
La tasa de desempleo regional del 9,1%, es una de las últimas señales preocupantes. “La tasa de informalidad de la región previa al incendio alcanzaba un 31,6%. Con la pérdida de más 200 empleos directos e indirectos del barrio industrial, estas cifras pueden ir en aumento” y traducirse en un incremento del empleo informal, que tiene carácter estructural, analiza el decano Del Barrio.
Carolina Abuauad remarca que la recuperación del empleo en la región ha sido lenta y que las crisis política y sanitaria “dejaron brechas que no hemos podido recuperar”, con niveles de informalidad que no se observaban desde 2017. A la vez, plantea que hay que preocuparse del impacto que tendrá esta tragedia en la incorporación femenina al mercado laboral, ya precarizada en las crisis debido a las labores de cuidado.
“El sector privado demanda en torno al 60% de los empleos en la región, por lo que es importante que los incentivos estén bien puestos, para evitar mayores pérdidas de puestos de trabajo”, subraya.
Gianina Figueroa sostiene que los incentivos a la contratación, la inversión pública, “avanzar en flexibilizar los permisos para inversión privada, en el pacto fiscal y el mono tributo, y todas las medidas para formalizar, sin duda ayudarán a revertir las cifras de desempleo e informalidad”, a la vez que poner foco en las empresas de menor tamaño, incentivando la compra del Estado en ellas y mejorando su acceso al financiamiento, entre otras acciones.
Para el presidente de ASIVA, el empleo regional, tanto formal como informal, enfrentará desafíos considerables como resultado de la catástrofe. “Es probable que las tasas de desempleo superen las cifras nacionales debido al impacto prolongado en sectores clave como el turismo, la hostelería y el comercio. La incertidumbre económica y la pérdida de empleos pueden tener efectos duraderos en la población local, lo que subraya la necesidad de medidas de apoyo y programas de empleo específicos”, remarca.
Para el presidente de la Cámara Regional del Comercio, la última cifra regional de desempleo “agudiza el diagnóstico de que estamos viviendo una verdadera ’emergencia laboral’, porque hemos sostenido una tendencia al alza en el número de desocupados durante el último año, período en el cual los trabajadores y trabajadoras cesantes o que buscan empleo por primera vez, aumentaron en más de 13 mil personas” , lo que deriva en un incremento de la informalidad y su cadena de consecuencias, empezando por la falta de cobertura social”.
Noticia publicada en El Mercurio de Valparaíso