Cal y Canto y regiones

Señor Director:
El cierre de uno de los accesos en la estación Cal y Canto es una pésima noticia para Santiago, que desde el estallido social parece ceder terreno a la delincuencia y el vandalismo. Sin embargo, estos problemas son mayores y de larga data en regiones.
Un ejemplo es Valparaíso, aunque seguramente lectores de otras ciudades se sentirán reflejados. En la ciudad puerto, el transporte público vive una especie de toque de queda: la última micro confiable pasa cerca de las 8 PM, por lo que viajar después de esa hora se vuelve azaroso e inseguro.
A diferencia de Santiago, el sistema porteño no se licita desde hace dos décadas. Este deterioro explica los recorridos desactualizados, el cobro en efectivo, la falta de fiscalización a buses que superan las velocidades permitidas y los robos normalizados en paraderos y micros. Ello afecta la dignidad y la libertad de movimiento de las personas para trabajar, estudiar, o simplemente salir de paseo.
Aunque el cierre de un acceso en el centro de Santiago sea grave, la estación sigue operativa en un sistema de mayor estándar si se compara con la precariedad de otras ciudades que quedan al margen de la discusión. Ojalá esta reflexión genere empatía y un impulso para mejorar el transporte público en todo el país.
Carta publicada en El Mercurio