Carlos Montes: el triste ocaso de un buen político
que no supo renunciar a tiempo

Carlos Montes: el triste ocaso de un buen político <br> que no supo renunciar a tiempo

Si en el Congreso —ese mundo de discursos, fiscalización y responsabilidad difusa— conocimos al mejor Carlos Montes, en el Ejecutivo —el terreno de los presupuestos, los plazos y la responsabilidad directa— vimos su peor versión. Tras 32 años como parlamentario, su llegada al gobierno parecía el cierre con broche de oro de una carrera impecable. Pero el paso a la gestión lo dejó al descubierto. Hoy, entre la deuda de su cartera, la negligencia en la reconstrucción, el fiasco de las tomas, la corrupción del caso Convenios y el enfrentamiento con su candidata presidencial, Montes vuelve al centro de la polémica, con una reputación irreversiblemente dañada.

 

  1. Un parlamentario excepcional. De origen en el MAPU y posterior militancia socialista, Montes fue parlamentario entre 1990 y 2022.
  • Su probidad, ética de trabajo y especialización en temas de vivienda y hacienda le valieron una valoración transversal, expresada en seis reconocimientos como mejor diputado, otorgados por sus pares.
  • Fue elegido seis veces diputado por La Florida y una vez senador por Santiago Oriente, llegando a presidir tanto la Cámara como el Senado.
  • Heredero de la mejor tradición parlamentaria chilena, su trayectoria contrasta con la degradación que hoy se observa en el Congreso.

 

  1. Un ministro con altas expectativas. El 11 de marzo de 2022, Montes fue uno de los cuatro ministros del Socialismo Democrático en el primer gabinete de Gabriel Boric. Junto con Mario Marcel, fue de los pocos nombramientos valorados por la oposición y los gremios. Su experiencia en vivienda hacía pensar que sería un ministro de lujo, capaz de aportar oficio y solvencia técnica a un gobierno inexperto.
  • Su misión la suponíamos clara: enfrentar el déficit habitacional, controlar las tomas ilegales y liderar las reconstrucciones.

 

  1. Plan de Emergencia Habitacional: de menos a más y una deuda que preocupa. El octavo reporte de Déficit Cero, al primer semestre de 2025, muestra que el PEH ha acelerado su ejecución al punto de que podría cumplirse la modesta meta de 260 mil soluciones habitacionales al cierre del gobierno.
  • Persisten rezagos —especialmente en el norte—, donde se requieren herramientas normativas específicas para aumentar la producción.
  • La cifra parece inflada: hoy se incluyen como “soluciones habitacionales” instrumentos que no implican viviendas nuevas, como el FOGAES y el subsidio de arriendo.
  • A esto se suma una crisis financiera. Algunos informes estiman una deuda cercana a mil millones de dólares, mientras el ministerio reconoce unos 130 millones. Sea cual sea el monto, se habría relajado la regla de no comprometer más subsidios de los que el presupuesto puede financiar, hipotecando el gasto futuro y poniendo en riesgo la continuidad del plan.

 

  1. Tomas de San Antonio y Quilpué: el arte de patear los problemas. En el manejo de las usurpaciones, Montes ha repetido la lógica dilatoria: ganar tiempo y dejar el conflicto al próximo gobierno.
  • En San Antonio, donde unas 12 mil personas viven en una toma hija del estallido, el ministerio propuso que los ocupantes compraran el terreno mediante cooperativas, un modelo anacrónico e inviable. Tras dos años sin ejecutar la orden de desalojo, no hay plan ni negociación: solo un fallo incumplido y un gobierno ausente.
  • En Quilpué, la presión de Valentina Correa, hija del empresario asesinado Alejandro Correa, permitió que el desalojo finalmente se concretara. Pero no por convicción del ministro, sino por la fuerza moral de una víctima.

 

  1. Incendios: del crimen al abandono. A un año y medio de que 137 chilenos perdieran la vida y más de 4.600 viviendas fueran consumidas por las llamas, Montes, en lugar de pedir perdón, optó por excusarse: “Soy el ministro, no el jefe de la reconstrucción”.
  • Según el Instituto Libertad, solo 114 viviendas han sido reconstruidas y 876 están en obra. A julio de este año, apenas 14,6% del presupuesto anual destinado a reconstrucción había sido ejecutado, cifra que la Comisión Investigadora de la Cámara calificó como “insuficiente frente a la urgencia de la catástrofe”.
  • La candidata presidencial del oficialismo describió la gestión como “impresentable” y apuntó directamente al ministerio: “Evidentemente en Vivienda está la responsabilidad”. La indolencia del ministro, que prefirió desmarcarse antes que liderar, contrasta con la magnitud del desastre.

 

  1. Convenios: corrupción bajo sus narices

El Caso Convenios se convirtió en el mayor escándalo de corrupción del gobierno. Lo que comenzó con el traspaso de $391 millones desde la Seremi de Antofagasta a la fundación Democracia Viva derivó en una red de convenios con más de 50 fundaciones, en 15 seremías, con 41 imputados y cerca de $90 mil millones bajo investigación, de los cuales $12 mil millones son del MINVU.

  • Montes intentó desmarcarse asegurando que “el modelo que heredamos está lleno de forados” y que esperaba “no ser recordado como el ministro de los convenios, sino como el que los resolvió”. Pero todo ocurrió bajo su mando. La Comisión Investigadora de la Cámara lo acusó de negligencia e inobservancia de sus deberes, por no controlar la delegación de su firma en funcionarios regionales.
  • El golpe fue demoledor: el gobierno que hizo de la probidad su estandarte terminó culpable de los mismos vicios que denunciaba. Y el ministro que durante años fue sinónimo de rigor y decencia política vio su ministerio convertido en símbolo del deterioro institucional del oficialismo.

 

Estos episodios no son hechos aislados, sino parte de una gestión marcada por ineficiencia, obsecuencia con la corrupción y evasión de responsabilidades.

 

Cabe preguntarse qué entiende el presidente Boric por responsabilidad política cuando no ha pedido la renuncia de Carlos Montes. ¿Es más grave desalinearse de una estrategia parlamentaria —como ocurrió con el exministro Valenzuela— que exhibir una incompetencia persistente para gobernar?

 

Una renuncia oportuna habría permitido preservar algo del prestigio de un político que, durante tres décadas, fue ejemplo de rigor y decencia. Pero la obstinación de mantenerse en el cargo terminó borrando esa imagen. Carlos Montes, el buen parlamentario, quedará en la historia como un mal ministro. El triste ocaso de un buen político.


Columna publicada en Ex Ante