De la tumba del neoliberalismo a la del Socialismo Democrático

Tres cosas se jugaban ayer: la fuerza electoral del oficialismo, su candidata presidencial y la correlación de fuerzas en la izquierda.
Sobre lo primero, el oficialismo señaló que superar la participación de la primaria Boric-Jadue (1.746.321) sería un éxito. Vara baja, pues esta elección fue a cuatro bandas y si bien voluntaria fue en un contexto de voto obligatorio donde la inercia del elector desinformado podía aportar. La participación en torno a 1.400.000 es bajísima, da cuenta de un gobierno débil y una candidatura oficialista que parte sin fuerza. Un duro fracaso para la izquierda y el mejor escenario para la derecha.
En segundo lugar, el oficialismo eligió a Jeannette Jara como abanderada presidencial, lo que tiene consecuencias profundas. El PC consolida su crecimiento institucional sin abandonar su vocación revolucionaria. Si en 2009 eligió 3 diputados, el 2013 fueron 6, el 2017 eligió 8 y en 2021 fueron 12 diputados y 2 senadores. Dado que tener candidatura presidencial fortalece el resultado parlamentario es previsible que esa cifra subirá considerablemente: aun cuando Jara pierda el PC ya ganó y mucho.
Pero donde gana el PC, pierde el estado de derecho. Su ascenso representa un riesgo para nuestra democracia: basta ver sus principios, su rol en la revolución de octubre de 2019, su respaldo a las dictaduras cubana y venezolana y su simpatía por regímenes como el norcoreano o el iraní. Donde sus ideas se han implantado han dejado pobreza y han sido responsables de genocidios cuyas muertes se cuentan en decenas de millones.
La derecha debe analizar con cuidado: aunque Jara parece más fácil de derrotar tanto por el poco caudal de votos de la primaria como por ser comunista, no se debe menospreciar. Sus atributos blandos pueden permitir la construcción de una candidatura competitiva. La tentación de Matthei de correrse al centro puede vaciarla por la derecha y la de Kast de exacerbar la polarización puede restarle competitividad en segunda vuelta.
Finalmente, el resultado de ayer prefigura la correlación de fuerzas en la izquierda. Aunque hoy sea una estrepitosa derrota para el FA puede terminar siendo un triunfo para Boric: sin Tohá ni la mochila comunista de Jara, el Presidente podría volver en cuatro años como líder renovado y redentor de su sector. Si bien su gobierno no fue la “tumba del neoliberalismo” (doble ratificación de la Constitución de 1980, consolidación de las AFP, militarización de la Araucanía, etc.), parece que sí fue la “tumba del socialismo democrático”, acaso un objetivo igualmente deseable para la extrema izquierda. Los dirigentes de la exconcertación que trataron de sostener este gobierno tendrán que rendir cuenta de, muchas veces por sueldos y migajas de poder, haber alimentado a su verdugo.
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso