Delegados presidenciales: 0% de asistencia, 100% de importancia

Delegados presidenciales: 0% de asistencia, 100% de importancia

A Pocos días de la inscripción de candidaturas presidenciales y la entrega de sus programas, si algo debiéramos exigirles a esas propuestas en materia de descentralización es que sean serias, responsables y técnicamente viables. La experiencia reciente nos obliga a ser cautos.

En la elección pasada abundaron ideas que se veían bien en el papel, pero que no lograron concretarse por falta de factibilidad política o técnica.

Un ejemplo emblemático fue la promesa del entonces candidato Gabriel Boric de eliminar el cargo de los delegados presidenciales y transferir atribuciones de seguridad a los gobiernos regionales. Esa promesa quedó reducida a un proyecto presentado el 31 de mayo de 2023 que ni siquiera suprimía la figura, simplemente le cambiaba el nombre, manteniendo prácticamente intactas sus atribuciones y su dependencia jerárquica. Desde entonces, el texto duerme en la Comisión de Constitución de la Cámara sin avance alguno.

Hoy el panorama es distinto. En la reciente “Cumbre de las Regiones” en Concepción, los principales presidenciables coincidieron en mantener al delegado presidencial. Evelyn Matthei lo vinculó a la necesidad de un mando central para combatir el crimen organizado, Jeannette Jara lo asoció con la gobernabilidad y la articulación de gabinetes regionales, y José Antonio Kast reforzó su papel frente al terrorismo y el narcotráfico.

El rol estratégico del delegado presidencial

Personalmente, comparto esa visión. En un Estado unitario, el delegado presidencial cumple un rol estratégico para conectar al gobierno central con las regiones, especialmente en áreas críticas como la seguridad pública. Pero mantenerlo no significa aceptar un desempeño deficiente. Esta administración lo ha desaprovechado, actuando sin un estándar mínimo de gestión, sin criterios uniformes de presencia territorial y sin mecanismos reales de rendición de cuentas. Una autoridad de este nivel no puede quedar a la deriva de la voluntad personal de quien la ejerce. Requiere instrucciones claras, seguimiento constante y consecuencias cuando no se cumplen las obligaciones.

Un reciente estudio de Fundación P!ensa sobre seguridad municipal lo demuestra con datos contundentes. Medimos, entre otros aspectos, la asistencia de los delegados presidenciales a los Consejos Comunales de Seguridad en 12 comunas de la Región de Valparaíso durante todo 2024.

La ley obliga a asistir, pero en 6 comunas —incluyendo Cartagena, Quintero, San Antonio y Algarrobo— la asistencia fue de 0%. En Concón, apenas un 17%. En cambio, en Quilpué la presencia fue de 100% y en Viña del Mar de 75%. Estas brechas revelan falta de planificación, prioridades políticas mal definidas y, sobre todo, un incumplimiento sistemático de una obligación legal. Y en seguridad pública, la ausencia se paga cara.

Más que un debate nominal: estándares y resultados

Por eso, la discusión no es “mantener o eliminar” al delegado presidencial, sino cómo lograr que la función se ejerza bien. Cumplir la ley y asistir a todos los Consejos Comunales de Seguridad, distribuir la presencia territorial de forma equilibrada, definir funciones específicas y medibles en la lucha contra el crimen organizado, coordinar de manera regular con alcaldes y gobernadores y rendir cuentas públicamente sobre su desempeño son requisitos básicos.

La promesa incumplida de eliminar esta autoridad es solo un ejemplo de propuestas de descentralización planteadas sin responsabilidad. También hemos visto deficiencias en descentralización fiscal, con el proyecto de Regiones Más Fuertes estancado hace más de dos años y con escasas probabilidades de avanzar en este mandato.

En descentralización administrativa, donde otro estudio de Fundación P!ensa mostró que las competencias transferidas a los gobiernos regionales se pueden contar con los dedos de una mano. El papel aguanta todo, pero la ciudadanía no. Si los candidatos quieren credibilidad, deben demostrar que entienden que descentralizar exige responsabilidad, voluntad política y resultados medibles.

 


Columna publicada en Biobiochile.cl