Desafíos del transporte en Valparaíso

“La vuelta a clases y las menores restricciones de movilidad hicieron reflotar los problemas de conectividad y calidad del transporte en el Gran Valparaíso. Lo anterior ha motivado a la creación de una mesa de trabajo para abordar, en lo inmediato, posibles soluciones. Esto es una buena noticia, sin embargo, es importante tener en consideración que las preocupaciones que nuestra región enfrenta son sistémicas y ameritan una mirada de largo plazo.
Y es que los problemas de transporte no sólo se resumen a la alta congestión vehicular. A ello podemos sumarle cambios sustanciales en las dinámicas de transporte, la falta de combinaciones multimodales, la baja cobertura y poca frecuencia en diversas zonas de la ciudad e, incluso, problemas de seguridad.
En un trabajo recientemente publicado por Fundación Piensa – en colaboración con EFE-, se aprecia que los flujos de viajes a través del sistema de transporte público tienen como destino principal a la comuna de Viña del Mar. Por diversos motivos, la ciudad jardín hoy se comporta como la capital regional de facto, operando como el principal núcleo comercial del área metropolitana. En palabras sencillas, si antes las personas viajaban por motivos laborales hacia Valparaíso, hoy priman los viajes hacia Viña del Mar y el norte de la región.
A este fenómeno se suma el flagelo de la baja conectividad entre los cerros. Por la Avenida Alemania solo transita un recorrido de baja frecuencia, lo que permite explicar por qué muchos de sus habitantes transitan a pie o en colectivos, por sobre otros medios. Pese a lo anterior, el sistema de transporte público poco ayuda a las familias de los cerros porteños, quienes deben realizar, por regla general, dos viajes para llegar a su destino. Esto ayuda a explicar diferencias entre comunas, donde Valparaíso tiene la peor evaluación del transporte en la Encuesta de Calidad de Vida (ECV) de Fundación Piensa.
Al analizar estos factores podemos develar el verdadero drama de fondo. Esto es, que nuestro sistema de transporte público no logra reducir las brechas socioeconómicas, sino que al contrario, las exacerba, puesto que quienes menos recursos tienen deben pagar más para llegar a su lugar de trabajo o educación.
Debido a este y otros motivos, no es de extrañar la mala percepción que sobre el sistema de transporte tienen diversos grupos locales. Según datos de la última ECV, los usuarios porteños y viñamarinos evalúan negativamente la calidad del transporte público interurbano -sólo un 25% de aprobación- y su frecuencia -20% de aprobación-, a lo que se suma que la seguridad en las micros es una de las dimensiones peor evaluadas en seguridad ciudadana. Esta percepción se correlaciona con el aumento explosivo del parque automotriz, lo que contribuye negativamente a la congestión vehicular.
En conclusión, si no se trabaja integralmente por mejorar los diversos problemas del transporte, es difícil que se logre cambiar la inercia actual. Si bien, medidas como aplicar una restricción vehicular pueden ser atractivas para disminuir los tacos, ello no soluciona los problemas estructurales de un sistema fragmentado, poco adecuado a las demandas actuales de la población, y cuya última licitación tuvo lugar hace ya más de 15 años. En consecuencia, hago la invitación a la nueva mesa a pensar en el largo plazo para generar soluciones sustentables y que incentiven el uso de medios de transporte públicos. Para ello, la cobertura, seguridad y calidad, debiesen estar en el centro del debate.”
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso