El día después de mañana

El día después de mañana

Las cartas ya están echadas y el lunes el presidente Boric asistirá a la reunión de su comité político en un ambiente enrarecido. Y es que, si los pronósticos de los últimos días son medianamente acertados, el mandatario se enfrentará a una segunda derrota electoral en menos de un año. Ciertamente, nada superará el batacazo de la aplastante victoria del “rechazo” que supuso el fin del delirio de la primera Convención Constitucional y su programa refundacional, pero el golpe será duro y traerá consecuencias en diversos frentes.

Primero que todo, el presidente tendrá que descomprimir la tensión en su propia coalición. El ala más dura del gobierno saldrá a cobrar cuentas pendientes a los partidos que se desligaron de su alianza electoral para iniciar su propio proyecto político.
Calculadora en mano, el Partido Comunista olerá sangre y buscará recuperar el protagonismo perdido mientras que lo que queda de la ex Concertación pagará los platos rotos. Fracaso electoral y desaprobación ciudadana, caldo de cultivo para carroñeros ad-portas de un nuevo cambio de gabinete.

En segundo lugar, la derrota del gobierno le abriría un nuevo flanco con las municipalidades de su sector. El péndulo seguirá su curso y el fracaso pondrá nerviosos a los alcaldes oficialistas que buscan la reelección el año que viene. Si desmarcarse del gobierno trae réditos, entonces ahí tendremos a los nuevos díscolos culpando al ejecutivo de todos sus problemas locales. El presidente podría quedar aislado, viviendo en carne propia lo mismo que su antecesor y aprendiendo a porrazos que la lealtad en política es tan efímera como el éxito.

En tercer lugar, a pocas cuadras de La Moneda, el resultado electoral podría cambiar el tono del debate de la Comisión Experta encargada de redactar el anteproyecto de nueva Constitución. A las 12 bases constitucionales que delimitan la deliberación constituyente se sumará una número 13 llamada “viabilidad política”. En plena discusión de normas, la nueva configuración ideológica romperá la igualdad de condiciones en la negociación. El bando perdedor tendrá que repensar su estrategia y ceder más de lo originalmente planeado bajo el riesgo de quedarse sin pan ni pedazo una vez que comience a sesionar el Consejo Constitucional. Al frente, los ganadores se verán tentados a la intransigencia sabiendo que cuentan con el viento a favor. Prueba de fuego que mostrará la grandeza de los comisionados expertos.

Así de complejo pinta el panorama de las jóvenes autoridades si ocurre lo que todos dicen que ocurrirá. Son los costos de no parar el maximalismo a tiempo y de seguir los consejos de un grupo de viejos frustrados que jugaron a la revolución tergiversando los conceptos para validar la violencia como vía de acción política. Aunque no todo estaría perdido. En un desenlace irónico, quizás la oposición decide no responderle al octubrismo con la misma moneda, demostrando que la superioridad moral no es patrimonio exclusivo de sus adversarios.

Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso