Error de cálculo

La Contraloría ha ordenado a la Subsecretaría de Energía restituir los más de 500 millones de pesos que aún adeuda a ENAP por los costos de distribución del programa “Gas a precio justo”. Anunciado con bombos y platillos, el programa prometía precios más accesibles para miles de familias. Un calendario con Giorgio Jackson entregando balones rosados decoraba las transmisiones telemáticas del entonces ministro de Desarrollo Social, en una puesta en escena fiel al estilo del Frente Amplio. El resultado: cada balón costó 117 mil pesos y se vendió a 15 mil, beneficiando solo a 3 mil familias, muy por debajo de las 100 mil proyectadas.
El caso del gas a precio justo no es un hecho aislado. La misma tendencia a sobrestimar impactos y subestimar costos se repite en otros ámbitos, incluyendo las proyecciones económicas oficiales. Hace algunos meses, el Presidente apuntó sus dardos contra los “agoreros” que proyectaban un bajo crecimiento económico, asegurando que el país crecería un 2,7%. Dejando de lado el conformismo que roza la mediocridad y a la espera de cifras oficiales, todo indica que el mandatario erró por al menos 0,3 puntos del PIB.
El patrón se repite en materia tributaria. El impuesto sustitutivo al reconocimiento de capitales extranjeros recaudó solo 93 mil millones de los 592 mil millones proyectados, poco más del 15% de la meta. Y esta sobreestimación no fue la única: en 2023, la Dipres registró un ingreso inexistente de 688 mil millones, lo que, una vez corregido, hizo que el país pasara de un superávit ficticio a un déficit de 540 mil millones ese mismo mes.
La reforma tributaria del segundo gobierno de Bachelet es otro ejemplo de esta dinámica: prometía recaudar tres puntos del PIB, pero apenas alcanzó la mitad. Mientras tanto, la deuda pública, que hace una década representaba solo un 15% del PIB, hoy supera el 40%, confirmando que los errores políticos se pagan con intereses.
Con este historial, sorprende la premura con que se aprobó la reforma de pensiones tras el informe del Consejo Fiscal Autónomo, que alertó sobre 11 riesgos. El Congreso optó por legislar a contrarreloj, más preocupado por evitar que la discusión llegara a marzo y afectara el debate sobre candidaturas presidenciales—algún día alguien tendrá que explicar con seriedad la lógica de este argumento—que en evaluar con rigor la sostenibilidad del sistema a largo plazo, especialmente considerando el nivel de crecimiento actual.
Los parlamentarios han celebrado el acuerdo casi por el solo hecho de haberlo alcanzado dentro de un sistema político fragmentado que ellos mismos diseñaron. Pero el tiempo dirá si la reforma de pensiones fue una genialidad o simplemente otro error de cálculo evitable, en el que los dinosaurios, sin darse cuenta, llamaron al meteorito.
Columna publicada en La Segunda