Espacios públicos: Un panorama negativo y una nueva oportunidad

El inicio de 2025 marca un período clave para los gobiernos municipales, que en estos primeros meses tienen una oportunidad excepcional para planificar los próximos cuatro años. La Encuesta de Calidad de Vida 2024 P!ensa-Caja 18 aporta datos relevantes en este ámbito, especialmente respecto a seguridad y equipamiento urbano, en donde una de las principales conclusiones gira en torno a la disminución de las valoraciones positivas a lo largo del tiempo. Aunque el último año registró algunas mejoras, las cifras en ambos aspectos aún no han logrado alcanzar los niveles observados en 2022.
Respecto de la seguridad a nivel regional, la encuesta muestra que, en los últimos dos años, solo 2 de los 15 lugares evaluados —las viviendas y los paraderos— son percibidos actualmente como más seguros por la ciudadanía. Aunque los resultados indican que en el último año ha habido un incremento de la confianza en la seguridad de los barrios, que se refleja en una mejor evaluación de las plazas, parques y canchas deportivas, también evidencia que, en el largo plazo, lugares históricamente considerados seguros han experimentado un deterioro significativo. Un ejemplo de ello es el lugar de estudios, que ha registrado una disminución total de 23 puntos en su evaluación desde 2022, incluyendo una caída de 7 puntos en el último año.
La situación del equipamiento urbano resulta aún más preocupante. En los últimos dos años, a nivel regional, la única mejora en la valoración positiva ha sido en la limpieza de los espacios públicos. Y más alarmante aún, es que, a diferencia de la seguridad, esta dimensión no muestra signos de recuperación; por el contrario, las cifras evidencian un continuo descenso.
En resumidas cuentas, los espacios se encuentran deteriorados, y es necesario hacer cambios importantes en la infraestructura y equipamiento urbano para que las personas vuelvan a sentirse cómodas en las calles. Asimismo, la diminución de la inseguridad en espacios esenciales para el desarrollo y la rutina cotidiana sigue siendo un desafío, particularmente fuera del ámbito barrial y en el transporte. Lamentablemente, la recuperación ha sido lenta o nula en algunos casos, mientras se agravan fenómenos tan delicados como la mayor percepción de inseguridad en contextos educacionales.
Los resultados de la encuesta también ponen de relieve la magnitud del desafío para ciertos municipios. Por ejemplo, San Antonio y Viña del Mar obtuvieron evaluaciones por debajo del promedio regional en todos los servicios de seguridad analizados. En el ámbito del equipamiento urbano, Quilpué se encuentra en la misma situación, además de obtener un puntaje de apenas 22 en su índice de evaluación, que se mide en una escala de 0 a 1000. En contraste, Los Andes y San Felipe sobresalieron como ejemplos positivos. Los Andes superó el promedio regional en servicios de seguridad, mientras que San Felipe destacó en equipamiento urbano, siendo ambas comunas reconocidas positivamente por la ciudadanía.
Al analizar los datos en perspectiva, queda claro que, aunque se han registrado algunas mejoras, más que avanzar, seguimos enfrentando un panorama negativo. En este contexto, una de las principales urgencias radica en la mejora de determinados espacios, que, en términos de seguridad y equipamiento urbano, no han podido recuperarse en los últimos años. La ciudadanía sigue esperando avances concretos, y el periodo que vivimos, coincidente con los primeros meses de gestión de los gobiernos municipales, constituye una ventana de oportunidad para sentar las bases de una transformación en nuestros territorios. Por medio de una planificación ambiciosa y a la vez responsable, es posible diseñar intervenciones que contrarresten estas tendencias negativas, alineándose con las necesidades de la ciudadanía.
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso