Estado Regional: más riesgos que certezas

“Es propio de las constituciones políticas establecer una separación de poderes y sus contrapesos recíprocos. Es en esta dimensión, que podríamos llamar “horizontal”, donde se enmarca el debate sobre la forma de gobierno y el eventual tránsito hacia un sistema semipresidencial o parlamentario. Junto a lo anterior, las constituciones también determinan un aspecto igualmente relevante que dice relación con la división territorial o “vertical” del poder político, y cuya piedra angular descansa en la Forma de Estado. Forma de gobierno y forma de Estado -dimensión horizontal y vertical del poder- son, por así decirlo, los dos pilares que sostienen la casa común.
Dicho eso, no es difícil constatar que la atención mediática ha estado volcada más hacia la discusión de la forma de gobierno, no obstante, es justamente en la dimensión territorial donde la Convención Constitucional ha comenzado a marcar el tono del debate y a tomar las primeras decisiones estructurales. En efecto, en los últimos días, la Comisión 3 -sobre Forma de Estado y Descentralización- ha aprobado por amplia mayoría consagrar que Chile es un “Estado Regional”. Dicha opción nos alejaría del modelo “unitario” y nos transformaría en un Estado “compuesto”, colocándonos a la par de los países federales -como Argentina o Brasil- o regionales – como España o Italia-.
La principal característica de este modelo radica en la pluralidad de centros de impulsión legislativa. En otras palabras, supone la coexistencia de un congreso nacional con asambleas legislativas regionales. Lo que inspira a la comisión a establecer esta alternativa es su aparente relación con la descentralización. El argumento se puede resumir de la siguiente manera: El Estado unitario es centralista mientras que el Estado regional y federal son descentralizados.
Ahora bien, la verdad es que no existe evidencia contundente que asocie la forma de estado con el grado de descentralización de un país. Así como tampoco es efectivo que el Estado federal o regional sean los que disminuyan en mayor grado las desigualdades territoriales. De hecho, diversos estudios (Hayward, 2003; Platteau, 2004; Andersson y Laerhoven, 2007) sugieren que la receta federal puede exacerbar las desigualdades territoriales de base, además de aumentar las posibilidades de corrupción y de captura de los gobiernos locales por parte de las elites también locales. Asimismo, Miller (2010) advierte una relación entre el federalismo estadounidense y la inequidad racial de su sistema de justicia, puesto que este operaría como obstáculo para la protección de garantías civiles, generando estados que, amparados en su autonomía, generan políticas criminales que se aplican más severamente a la población negra y latina.
Lamentablemente, el debate no está analizando estas aristas y se encuentra entrampado en caricaturas que poco aportan a un proceso con altura de miras. Una de las principales, y que se aprecia incluso en declaraciones de algunos convencionales de esta región, es que el estado unitario es propio de la ideología conservadora de derecha, mientras que el estado regional es característico del progresismo de izquierda.
Los hechos demuestran que en los últimos años han existido alianzas políticamente transversales que han generado iniciativas importantes en materia de descentralización. Entre estas, quisiera destacar la propuesta constitucional elaborada por un grupo de 23 académicos convocados por la fundación Chile Descentralizado, donde figuran expertos mayoritariamente de izquierda, como Andrea Repetto, Tomás Jordán o Eduardo Castillo (convencional constituyente por el PPD). El trabajo propone mantener el estado unitario, estableciendo principios y reglas que permitirían avanzar hacia un país efectivamente descentralizado, donde los gobiernos locales sean protagonistas. La presentación de sus conclusiones en un taller organizado por Fundación P!ensa y Chile Descentralizado que tendrá lugar este lunes en dependencias de la PUCV es una buena oportunidad para comenzar a debatir con evidencia sobre un tema tan fundamental, y en el que decisiones apresuradas pueden traer consecuencias negativas difíciles de revertir en el mediano plazo.
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso