Golondrinas en verano

Golondrinas en verano

Las fuerzas parlamentarias que suscribieron “Acuerdo por Chile” cumplieron su palabra, y se aprobó la reforma que habilita el nuevo proceso constitucional, que si bien perfectible representa un triunfo de la política. Éste comenzará con un Comité de expertos, que redactará un anteproyecto, lo seguirá un Consejo Constitucional electo democráticamente –ambas instancias deberán respetar 12 bases que recogen parte relevante de nuestra tradición jurídico-institucional- y terminará con un plebiscito en diciembre de 2023. En las comisiones del Congreso Nacional quedó demostrado que, como todo buen acuerdo, nadie estaba especialmente contento con el contenido de la reforma.

Si bien la centro derecha tuvo que ceder –del seguimiento de la discusión legislativa se concluye que muchos preferirían seguir con la actual Constitución- parece evidente que ganan en al menos tres sentidos. En primer lugar, porque cumplen con su palabra empeñada durante la campaña del rechazo de trabajar por una nueva y buena Constitución.

En segundo término, pues con las bases constitucionales y el Comité Técnico de Admisibilidad tienen mayores garantías que temas de sus interés queden garantizados en la nueva Carta Fundamental. Y, en tercer lugar, porque con esto se pondría fin a la incertidumbre constitucional, cuestión necesaria para, en el mediano y largo plazo abordar las urgencias sociales. No es difícil pensar el cálculo: si dejan pasar este momento la historia puede repetirse ya no como una gran tragedia, sino como una gran farsa.

El gobierno, por su parte, y dado que es el más interesado en el éxito del proceso, naturalmente tuvo que ceder más. En primer lugar, porque las bases constitucionales y el Comité Técnico de Admisibilidad controlarán las pulsiones más progresistas de su coalición.

En segundo término, porque el órgano principal será acotado en el tiempo, funcionamiento y margen de maniobra (al estar flanqueado por otros dos órganos). Y, en tercer lugar, por el sistema electoral será de tipo senatorial, que tiende a sobrerrepresentar las zonas donde el Frente Amplio tiene mayor potencia electoral y genera incentivos a la moderación en las candidaturas. A su vez, el Presidente gana dado que será de lo poco que podrá exhibir en su mandato, le da un cauce institucional a este problema y cumple con la demanda de su sector de tener una “Constitución redactada en democracia”.

Esperemos que este acuerdo materializado en la reforma constitucional que se acaba de
aprobar no sea la única victoria que tenga el sistema democrático en el futuro próximo.
Ojalá también lleguen grandes acuerdos en materias de seguridad, salud, pensiones y
migración, y que la celeridad y disciplina con que esta vez actuó el sistema político sea la
norma y no la excepción. “Una golondrina no hace verano” dice el dicho popular, esperemos
que esta vez no aplique y que esta muestra traiga el verano que los chilenos hace tiempo
necesitamos.

Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso