La brecha entre el gobierno y la ciudadanía

La brecha entre el gobierno y la ciudadanía

Los datos más recientes de la Encuesta de Opinión Política 2024 de Fundación P!ensa no dejan lugar a dudas sobre cuáles son las verdaderas preocupaciones de la ciudadanía. La delincuencia, los asaltos y robos lideran con un abrumador 73% de menciones en el ranking de problemas a solucionar por el gobierno, un dato alarmante si consideramos que hace solo cuatro años este tema ocupaba el cuarto lugar, con un 33% de menciones. En segundo lugar está el alza de precios o la inflación, que preocupa al 38% de los encuestados (estaba en el duodécimo lugar hace 4 años con apenas un 8% de menciones), y en tercer lugar, la corrupción política, con un inquietante 30%, superando incluso temas que tradicionalmente dominaban la agenda pública, como la salud, el empleo y la educación.

Sin embargo, no todo se reduce a los problemas de siempre. Un fenómeno que llama especialmente la atención es el notable ascenso del tema de la inmigración, que ha crecido del 10% en 2023 al 19% en 2024 (hace solo cuatro años, apenas el 3% lo mencionaba). En un año, este tema ha duplicado su relevancia en la percepción ciudadana, lo que refleja un problema estructural que el país aún no ha logrado gestionar de manera efectiva.

A pesar de este panorama, el gobierno parece estar jugando su propio partido. En vez de abordar estas prioridades con la urgencia y determinación que demandan, nos encontramos con anuncios que revelan una desconexión preocupante. El viernes de la semana pasada, el presidente Gabriel Boric adelantó un “nuevo impulso legislativo” para este semestre y destacó con entusiasmo dos temas que su gobierno impulsará con fuerza en el Congreso: la eliminación del CAE y el proyecto de eutanasia.

Estos temas, si bien importantes, no se están haciendo cargo de las prioridades en educación y salud que demanda la ciudadanía. El CAE, que busca aliviar la deuda de quienes ya pasaron por la educación superior, no resuelve problemas urgentes en el sistema educativo actual, como la violencia en las aulas, el ausentismo escolar y la calidad de la enseñanza. Del mismo modo, el debate sobre la eutanasia, aunque relevante, no toca las verdaderas raíces de los problemas que enfrenta el sistema de salud, como las interminables listas de espera o la necesidad urgente de modernizar un sistema que sigue al borde del colapso.

Lo paradójico es que, quienes en su momento, especialmente durante el estallido social y la pandemia, criticaban sin tregua al gobierno anterior por su desconexión con la realidad, hoy parecen caer en ese mismo error. Mientras el gobierno se centra en proyectos que, si bien tienen su valor, no resuelven las urgencias del día a día, las verdaderas prioridades de los chilenos siguen en un segundo plano, relegadas a un debate pendiente.

Quizás lo que realmente está desconectado es la capacidad del gobierno de distinguir estas prioridades de su propia agenda. Porque gobernar no es simplemente cumplir promesas de campaña, sino demostrar que se puede leer -y actuar sobre- lo que de verdad importa. Y hoy, eso parece ser lo que falta.

 


Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso