La importancia del censo

Ya casi ha pasado un mes desde que partió el censo, la encuesta más importante que se realiza en el país. Esta herramienta tiene como objetivo entregarnos información sobre la población actual, permitiéndonos generar proyecciones y una planificación de las políticas públicas de largo plazo. Por ejemplo, a partir del censo se estiman las cantidades de vacunas que el país tiene que adquirir año a año, como también cuáles tienen que ser los focos de las políticas que el país debe impulsar.
No es novedad que el Estado dispone de recursos limitados para resolver problemas urgentes que afectan a la ciudadanía: transporte, salud, vivienda, educación, entre otros. Los distintos desafíos que cada asunto conlleva exigen una inversión importante y, por lo mismo, responder a la pregunta de cómo y dónde invertimos esos recursos para que lleguen a la mayor cantidad de personas toma relevancia. Justamente el censo es la encuesta que nos permite saber estas cuestiones esenciales dado que tiene una mayor granularidad que cualquier otra encuesta, esto significa que posee un mayor detalle y es más específica que otros instrumentos de medición. Por ejemplo, su implementación facilita identificar zonas donde hay más niños o más adultos mayores, definiendo de esa forma si se tiene que construir un centro de especialidades médicas centrado en la niñez o en la tercera edad. Sin esta información, la construcción no se realizaría o sería a ciegas.
Lamentablemente, en el último tiempo hemos visto críticas infundadas al censo. Se dijo que por primera vez se preguntaría por el nombre completo de los integrantes del hogar, lo que vulneraría la garantía constitucional de la privacidad; o que la información sobre el número de habitaciones sería utilizada para expropiar viviendas. Todas estas cuestiones, además de ser derechamente falsas, muestran una creciente desconfianza en las instituciones que pone en riesgo el éxito del proceso. Y es que no podemos darnos el lujo de que este instrumento vuelva a fracasar como ya pasó el 2012. De lo contrario, ¿cómo podemos diseñar soluciones a los problemas si no sabemos cuántos somos ni dónde habitan las personas?
En este contexto, es esencial subirse al barco del censo. Su éxito no es el del gobierno de turno, sino de una política de Estado. Entender esto es fundamental para llegar a buen puerto dado que esta encuesta permite delinear los próximos diez años de desarrollo del país. Asimismo, tiene un efecto profundo en cuestiones esenciales como son el resto de las encuestas realizadas en el país -sea la CASEN, la encuesta CEP o estudios de mercado-, ya que estas usan el censo para el diseño muestral y, por tanto, definir a quienes tienen que encuestar para que el instrumento sea representativo del país, afectando tanto al mundo público como al privado.
En definitiva, tener un buen censo nos permite avanzar. Sin información la tarea de todos se vuelve mucho más difícil. Es verdad que el censo puede mejorar; por ejemplo, en países europeos se usan metodologías híbridas que habilitan a las personas responder online, lo que permite abaratar costos y ser más eficientes en el uso de los recursos públicos. Pero, de todas formas, esta discusión tiene que ser para el futuro, ahora lo importante es que a fin de año sepamos realmente cuántos somos y contar con información precisa para afrontar los problemas del país.
Noticia publicada en El Mercurio de Valparaíso