La oportunidad en la transición

Los cambios representan oportunidades, las que se extienden no solo a aspectos técnicos, sino que también a estados de ánimo y sensaciones. Dicho de otro modo, bien sabemos que de vez en cuando surgen pequeñas ventanas de oportunidad que deben ser identificadas y bien aprovechadas.
Esto es, precisamente, lo que sugieren los datos de la versión 2024 de la Encuesta de Calidad de Vida P!ensa-Caja 18. En el marco de una historia reciente de decadencia—particularmente en el centro urbano de nuestra región—, las elecciones de nuevas autoridades locales parecen haber dado un respiro, abriendo la puerta a la esperanza en varias comunas. Esto ocurrió particularmente en Villa Alemana, con una ciudadanía que decidió categóricamente terminar con el mandato de Javiera Toledo y que, al mismo tiempo, comenzaba a mejorar los ánimos respecto al devenir de su ciudad. También pasó en la ciudad de Valparaíso, con vecinos que decidieron no apoyar a la candidata de Jorge Sharp, y que a la vez se mostraron más satisfechos en su relación con distintos aspectos propios de la ciudad.
Más allá de estas transiciones, las noticias también son positivas en diversos aspectos que tienen que ver con la esfera privada de los ciudadanos. Este año se mostró un alza en condiciones laborales, en satisfacción con la vida y en la provisión de servicios básicos para la vivienda. Tremenda noticia para nuestra región.
Es importante reconocer estos aspectos positivos (u oportunidades) que, en cierta medida, representan también una carga para nuestras autoridades que están llamadas a satisfacer y mantener estas expectativas. Pero eso no implica desconocer los grandes problemas de nuestra zona, los cuales persisten y se profundizan. Entre ellos, una vez más destaca el drama del transporte y entorno urbano.
Aunque año a año observamos patrones similares, no deja de ser curiosa esa dicotomía que existe entre la esfera privada y la esfera pública, que sigue deteriorándose. La gente no puede disfrutar sus plazas, calles, canchas y espacios de recreación, ya sea porque se sienten inseguros o porque no cumplen las condiciones mínimas para su uso. Eso sigue siendo una tragedia para nuestras ciudades que no puede seguir inadvertida.
En este sentido, el continuo drama del entorno urbano y el transporte ayudan a visibilizar los desafíos de gestión y liderazgos que siguen presentes. Gestión en cuanto es tarea de las administraciones locales garantizar el buen estado de nuestros barrios. Liderazgo en cuanto las distintas autoridades de nuestra región (de diversos colores políticos) se siguen mostrando incompetentes a la hora de coordinar y facilitar alternativas reales que logren subsanar los problemas de conectividad que se han venido presenciando en las últimas décadas.
Cada año vemos cómo esa decadencia se agudiza. Esperemos que las alzas observadas y celebradas este 2024 no terminen por invisibilizar esa verdadera tragedia.
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso