Las elecciones no son la mejor encuesta
Como cada año la Encuesta de Opinión Política de Fundación P!ensa trae información relevante sobre el sentir de los habitantes de nuestra región respecto a la labor que desempeñan sus autoridades. Desde hace ya algún tiempo hemos venido observando una lamentable tendencia negativa que, salvo alguna excepción, confirman el clima de agotamiento y desafección. El discurso ya aburre—con autoridades mal evaluadas y una evidente insatisfacción—, pero el instrumento que hoy se presenta aporta con matices locales que nos pueden llevar a una interpretación más fina, rescatando la diversidad y heterogeneidad de nuestra región.
En primer lugar, podemos analizar comunas como San Antonio, que tiene la autoridad comunal con la peor evaluación (por lejos) de toda la región. El fenómeno que se vive en el puerto no es menor, en cuanto 8 de cada 10 de sus habitantes reprueban la labor de una alcaldesa que recién va en su primer periodo. Lo curioso es que esos pésimos resultados no parecen permear al resto de su sector. Sin ir más lejos, se trata de la ciudad que mejor evalúa al presidente Boric (con un 43%) y al gobernador Mundaca (con un 42%). El asunto es complejo: los ciudadanos parecen experimentar una nefasta experiencia con su representante local, pero que no necesariamente se traduce en un desencanto en la esfera regional y nacional.
Pero la dicotomía de San Antonio no se aprecia en comunas como Villa Alemana, en donde los vecinos parecen experimentar una mirada crítica más bien generalizada. Ni el presidente, ni su gobierno, ni el gobernador logran una aprobación de más del 20% de la ciudadanía, mientras la autoridad comunal se sigue desplomando hasta alcanzar un 11% de evaluaciones positivas. Acá el fenómeno, entonces, parece ser distinto: la mala experiencia política es más bien consistente, lo que podría llevarnos a pensar en vecinos que se sienten abandonados por parte de toda la institucionalidad.
Y en esa diversidad ya relatada encontramos el caso emblemático de Viña del Mar, con una alcaldesa que ha pasado de un 27% a un 16% en solo dos años. El caso de la ciudad jardín sirve para apreciar el valor de la encuesta, que por cierto trasciende colores políticos. Tal como pasaba en administraciones pasadas, la labor del municipio pareciera ser celebrada por parte de quienes no viven ni sufren la comuna—algo que nos recuerda esos primeros años de la “alcaldía ciudadana” en el puerto—, pero los datos subnacionales nos demuestran que esa valoración mediática no se replica en los viñamarinos.
En definitiva, estos resultados debiesen ser mirados con mucha detención por parte de los incumbentes, sobre todo aquellos que año tras año pierden apoyo. Porque pueden existir una serie de factores que los hagan alargar sus mandatos en octubre próximo, pero esos eventuales triunfos no pueden ser leídos como cheques en blanco para persistir en caminos fracasados. En ese sentido, debemos comprender que las elecciones no necesariamente son la mejor encuesta.
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso