Malos acuerdos

Malos acuerdos

Señor Director,

En medio del debate sobre una posible reforma al sistema político, la fragmentación ha sido erigida como el chivo expiatorio de las múltiples crisis que atraviesa el país. El razonamiento, en simple, es el siguiente: el estancamiento del país se debe a la incapacidad de alcanzar acuerdos debido a las reglas electorales.

El problema con esta afirmación radica en su contrafactual: suponer que, bajo un sistema diferente, los acuerdos políticos habrían generado un mayor beneficio social.

Cualquier mejora al sistema político es bienvenida, pero no podemos ignorar el papel que han jugado los malos acuerdos para llevarnos a este escenario. La reforma educacional, la tributaria y los retiros de fondos previsionales no fueron errores por omisión; por el contrario, son reflejo de decisiones activas que agravaron la situación. Irónicamente, el mismo sistema electoral que hoy se critica fue fruto de un pésimo acuerdo político.

No seamos tan indulgentes con nuestros parlamentarios. Antes de eximirlos de responsabilidad por lo que el sistema les impide hacer, exijámosles que rindan cuentas por lo que ya han hecho.

 


Carta publicada en La Segunda