Otra derrota para Valparaíso

Otra derrota para Valparaíso

Hace algún tiempo atrás, El Mercurio publicó una nota titulada: “Tras una década de trámites construirán primer edificio de la ciencia en Valparaíso”. Esto fue en 2018. Hace pocos días, se dio a conocer la noticia de que la construcción del Centro Interdisciplinario de Neurociencias de la Universidad de Valparaíso (CINV) ubicada en el Edificio Severín –también conocido como edificio Abate Molina–, en barrio Puerto, fue paralizada definitivamente. Esto se debió a la evaluación negativa que hicieron sectores del gobierno, a través de las respectivas Seremías, aduciendo a los altos costos del proyecto, así como a los requerimientos impuestos por el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN).

Este veredicto nuevamente pone de relieve el problema que existe –sin cuestionar por ello el rol fundamental que tiene en el resguardo del patrimonio nacional– con la versión actual del CMN y con la legislación vigente. El asunto dice relación con los plazos que impone el CMN para la realización de “exploraciones o excavaciones de vestigios arqueológicos”. Esto paraliza inicialmente los proyectos de construcción, modernización de infraestructura pública o recuperación de edificaciones patrimoniales, los prolonga en el tiempo excesivamente y no pocas veces los termina matando, como en este caso. Es el problema de la así llamada “permisología”, que en este ejemplo termina siendo contradictoria consigo misma, pues en los hechos la legislación vigente y el CMN contribuyen a matar aquello que dicen proteger.

Por otra parte, la historia del Edificio Severín es –en su actual estado ruinoso– un testigo mudo de la gloria pasada de Valparaíso y de su miseria actual. En 2004, un incendio consumió el edificio, quedando en pie sólo sus muros exteriores. Este hecho es sintomático del estado de Valparaíso, pues nos muestra el abandono del que ha sido objeto por parte del Estado y de sus alcaldes. Nos recuerda demasiado a los fracasados proyectos de recuperación del edificio Subercaseaux (del MINVU, de la Empresa Portuaria de Valparaíso etc.) en calle Serrano, al derrumbe del edificio del Bar Inglés y, en términos generales, del barrio Puerto, como se vislumbró entre 2010 y 2015. Y no es sólo que todos estos proyectos no se hayan concretado, sino que la ciudad completa ha empeorado desde entonces, incluyendo el plan de Valparaíso –zona declarada Patrimonio de la Humanidad UNESCO– y el Almendral.

Con todo, el pasado glorioso de la entonces “Joya del Pacífico” nos confronta con la imagen presente del Valparaíso devastado. Un viaje al pasado nos muestra que el frustrado CINV fue un edificio que albergó en la Colonia a la Compañía de Jesús y que fue el hogar de Juan Abate Molina, uno de los primeros científicos chilenos. Además, durante la época republicana, sesionó en él el Congreso Nacional de 1828. Por último, los restos que han sobrevivido hasta hoy corresponden a una edificación que se realizó entre los años 1909 y 1911, durante la época de oro del Valparaíso cosmopolita y próspero. Por eso es que el pronóstico de un medio digital en 2015 sobre la recuperación del edificio y a la irradiación positiva en el barrio Puerto en cuanto centro científico y cultural parece, a ojos del presente, una ensoñación que se lee así: “En 2017 el ex Edificio Severín de Valparaíso será un nuevo centro científico y cultural. […] Debido a que el futuro edificio estará muy cerca de la Iglesia La Matriz, pretende que a través de sus eventos gratuitos se pueda sumar a la oferta cultural del sector perteneciente al casco histórico de la ciudad.”

Es cierto que el ser humano también vive de ilusiones y que había fundamentos para sostener la apertura del CINV en 2017. No obstante, la “permisología” y la desidia de las diversas autoridades condenan a este barrio a seguir como una tierra arrasada.

 


Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso