Pirómanos

El incendio que afecta a cientos de familias en Viña del Mar se suma a la lista de siniestros que han azotado a la región en las últimas semanas. Lamentablemente, y en contraste a la heroica labor de nuestros bomberos, la gestión de las autoridades se ha visto manchada por una serie de declaraciones que apuntan a las empresas inmobiliarias como causantes de los incendios, y cuyos divulgadores cruzan todos los niveles de la administración del Estado: alcalde, gobernador regional y presidente de la República.
La minuta conspirativa no es nueva y ya se dejó ver a propósito de los incendios que afectaron a la Quebrada Escobar y al Jardín Botánico hace algunos días, cuando el diputado Ibáñez y las alcaldesas de Viña del Mar y Villa Alemana sugirieron el mismo nexo causal: inmobiliarias que producen incendios forestales para luego aprovecharse de un eventual cambio en el uso del suelo siniestrado. En dicha oportunidad, las declaraciones de la alcaldesa Ripamonti no podían sino generar sorpresa por su ingenuidad. Y es que, como es de público conocimiento, el terreno donde se emplaza el Jardín Botánico es público y ahí es imposible desarrollar siquiera un proyecto inmobiliario porque ello infringe tanto los convenios que mantienen el área protegida como los propios fines estatutarios de la fundación que lo administra. Fundación que, dicho sea de paso, es integrada por la misma alcaldesa en calidad de consejera de su directorio, lo que agrava aún más su irresponsabilidad.
Con todo, no deja de ser impresionante la vigencia que ha logrado la teoría de la conspiración inmobiliaria, repetida como mantra durante años cuando a la fecha no existe ningún incendio en que la evidencia haya demostrado intencionalidad de algún agente inmobiliario. No la hubo en el incendio de Rodelillo el 2013, ni en San Antonio el 2015, ni en el incendio del Tranque El Peral el 2021, por nombrar solo algunos ejemplos locales con imputado o responsable conocido.
Ahora bien, si la historia judicial es tan categórica ¿qué es lo que sustenta este tipo de afirmaciones? Parece ser que el único “antecedente” es una tesis citada en un proyecto de ley que impide el cambio de uso de suelo en terreno incendiado, presentado por el diputado Ibáñez y referido tanto por la alcaldesa Ripamonti como por el presidente Boric. Curiosamente, dicha investigación se limita a identificar algunas zonas donde ha existido construcción de viviendas en sectores previamente afectados por incendios, concluyendo expresamente que “esta correlación no implica una relación de causa-efecto entre ambas variables”, o que “este trabajo no pretende denunciar que las inmobiliarias o industrias originan incendios forestales para construir sus proyectos de urbanización”. Prevención del autor que, por cierto, es ignorada cuando no es funcional al morbo; de la misma manera en que es ignorado el incuestionable hecho de que no ha existido cambio de uso de suelo luego de los incendios que han afectado a la región de Valparaíso en la última década; o que la facultad misma de cambiar el uso de suelo requiere de la aprobación de la municipalidad de la alcaldesa denunciante.
Sin perjuicio de lo anterior, en la mente de algunas autoridades frenteamplistas las inmobiliarias quemarían intencionalmente el país para hacer negocios, destruyendo de paso los parques nacionales que aumentan la plusvalía de la zona para luego construir viviendas sin dicho atractivo, atentando contra toda racionalidad económica. Lamentablemente para ellos, la realidad es bastante más mundana y menos épica que los relatos de fantasía. Si el presidente cumple su promesa de “mover cielo, mar y tierra para dar con los responsables”, entonces es probable que en Viña del Mar el Ministerio Público termine imputando a un pirómano. Y aunque en paralelo la psiquiatría esté constantemente buscando tratamientos para enfrentar dicha patología, se ve más difícil dar con el antídoto para mantener a raya la piromanía política. Esa que padecen algunos representantes y que tiene por objeto incendiar el debate público con teorías conspirativas que no tienen justificación, para luego construir sobre las cenizas una sociedad aún más polarizada.
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso