¿Reconstrucción?

La reconstrucción de Viña del Mar, Quilpué y Villa Alemana se transformó en el nuevo dolor de la región. A pesar de ser anunciada pomposamente con más de 250 medidas, los barrios afectados sólo han sabido de negligencia y demoras que se retratan en viviendas de emergencia que no resistieron la primera lluvia. Junto a las críticas y el cuestionamiento, la municipalidad de la Ciudad Jardín lanzó un proyecto de reconstrucción en El Olivar, el cual, como pocas veces se ha visto, solicita donaciones para concretarse, dando cuenta de lo poco factible que es.
En concreto, la alcaldesa Ripamonti solicitó un proyecto para reconstruir mil departamentos a través de 250 edificios, cada uno con cuatro unidades de 60 metros cuadrados y por un costo de UF 1.500 por vivienda. La propuesta indica tiempos de construcción de dos meses gracias a tecnologías prefabricadas; sin embargo, el golpe de realidad vino rápido cuando se aprobó una sola torre, es decir, cuatro de mil viviendas.
¿Por qué esta diferencia? Según el Gobierno, el financiamiento es la gran duda. Y es que el proyecto es poco factible con los instrumentos actuales, repitiéndose los errores no forzados del plan del gobierno, que lanzó una iniciativa mal pensada y apresurada.
Para dar perspectiva a lo anterior, construir las mil viviendas requiere de un presupuesto cercano a UF 1,5 millones, lo que equivale a casi la totalidad de los recursos destinados a la región en un año normal del DS-49 (subsidio aplicable a estos casos). Por otro lado, los montos unitarios de cada subsidio tampoco cuadran. En general, el beneficio ronda las UF 1.000 en vez de los UF 1.500 del proyecto, implicando una brecha cercana a 19 millones de pesos por unidad.
En términos de reconstrucciones previas, los montos tampoco se ajustan. Por ejemplo, para el 27-F se destinaron dos tercios del proyecto actual en toda la Región de Valparaíso. Más aún, los UF 1,5 millones sólo se acercan al total nacional gastado los primeros años post terremoto, lo cual dista sustancialmente de la intervención actual.
¿Es inviable la reconstrucción entonces? No, pero necesita ajustarse a la realidad de nuestra política habitacional. Si bien el proyecto propone arquitectura rápida de construir y de buen estándar, su costo unitario está por sobre lo tradicional para este tipo de construcciones. A diferencia de sus 25 UF/m², las viviendas sociales tienen un índice cercano a 16 y 19 UF/m² en la zona central del país, lo cual involucra pagar por terreno, construcción y gestión inmobiliaria –lo que difiere a este caso donde los terrenos ya están adquiridos–.
¿Sería responsable invertir lo solicitado por la municipalidad? Probablemente no, más aún si el proyecto no representa ni el 25% del stock siniestrado.
Lo anterior no es un llamado ni al pesimismo ni al conformismo, pues las familias afectadas siguen esperando por soluciones concretas con celeridad. Sin embargo, el golpe de realidad nos da cuenta de algo que ningún plan oficialista ha logrado: gestionar y planificar proyectos dentro del marco institucional. Las metas requieren de recursos para lograrse, algo que la municipalidad sabe y que, probablemente, explica la necesidad de hacer una colecta. Al parecer, la historia de una reconstrucción lenta se repetirá nuevamente en Viña del Mar, esta vez producto de una mala gestión.
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso