Un año de promesas, opacidad y abandono

A un año del incendio en Viña del Mar, me hubiera gustado recopilar cifras para reflexionar y proponer medidas que contribuyan al esfuerzo de reconstrucción. Sin embargo, más allá de conocer la magnitud del problema, la falta de seguimiento y de datos oficiales impide realizar un análisis profundo. Esto evidencia otro problema: la opacidad y abandono a nuestra ciudad.
En los últimos días han circulado diversas cifras sobre los avances. Algunos vecinos afirman que hay entre ocho y diez viviendas reconstruidas, mientras que distintos personeros del gobierno mencionan entre 50 y 250 unidades en proceso. Incluso la estimación más optimista, la del ministro Montes, que habla de cerca de mil viviendas en distintos estados de gestión, es baja. Aun así, la información no está respaldada por ningún reporte oficial y sólo deja espacio para la especulación, cuando las familias afectadas necesitan lo contrario: certezas.
Lamentablemente, la opacidad en las cifras ya se evidenciaba hace meses. El último avance del Serviu de Valparaíso, que data del 9 de octubre de 2024, ya exhibía contradicciones y problemas de gestión. Por ejemplo, el porcentaje de viviendas irreparables subió de 3.170 a 3.598 entre un catastro y otro, sin explicación clara más allá de una tabla Excel en un reporte. Además, se seguían citando desafíos básicos que deberían haber sido resueltos en el catastro de marzo, pues la coordinación con vecinos, la geografía viñamarina, la información parcial para otorgar subsidios y los mecanismos de avance eran condiciones fundamentales para iniciar la tarea de reconstruir.
Lo anterior sorprende aún más si consideramos que los gobiernos nacional, regional y comunal pertenecen a la misma coalición. El trabajo en equipo fue reemplazado por una delegada presidencial que desapareció sin avisar y por culpas cruzadas entre autoridades. En lugar de un trabajo coordinado, el gobernador Mundaca, quien calificó el proceso como fallido, no ha hecho un mea culpa de su gestión. De igual manera, la destitución del director regional del Serviu responde a la misma lógica: se entrega un culpable, pero no cambia el rumbo de la situación. De forma similar, la alcaldesa Ripamonti acusó al gobierno de abandonar en la comuna y luego anunció -con grandilocuencia en plena campaña- un convenio con firmas de renombre para acelerar la reconstrucción. Sin embargo, su proyecto recién comienza un año después del evento y es sólo un plan piloto. Y es que los más de 220 millones destinados a cuatro viviendas superan cualquier subsidio estatal, por lo que la viabilidad del piloto depende exclusivamente de donaciones privadas. No obstante, su continuidad sólo podrá evaluarse una vez finalizada la construcción. Esto contrasta con la labor silenciosa de distintas organizaciones, como Desafío Levantemos Chile, que ha ayudado a más familias que las iniciativas estatales.
El Frente Amplio en Valparaíso está consciente de sus fallas, pero, al parecer, le preocupan más las consecuencias electorales que los avances concretos en la materia, según quedó en evidencia en su último cónclave. A un año del incendio, es imposible camuflar el abandono y las malas prácticas con declaraciones. El incendio no fue una prioridad para el Presidente Boric, quien lo catalogó como el desastre más grande desde el terremoto de 2010, ni para nadie de su coalición.
La generación que sucedió a la Concertación con una “nueva forma de hacer las cosas” demostró que esto era más un eslogan que una filosofía de trabajo. Ya no les quedan excusas, se necesitan acciones. Basta de promesas, opacidad y abandono.
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso