Una perspectiva preocupante

Este fin de semana se dan a conocer los resultados de la Encuesta de Opinión Política de Fundación P!ensa que, en su 9º versión, ya se ha transformado en un instrumento consolidado que aporta información valiosa para la correcta rendición de cuentas que se espera en cualquier democracia local.
Uno de los aspectos que resaltan es la evaluación del presidente de la república. Los datos agregados nos muestran que solo 1 de cada 4 habitantes de nuestra región aprueba la gestión del mandatario, pero al desagregar esos resultados se observan patrones incluso más interesantes. Además de los factores territoriales, existen ciertos segmentos de la población que se consolidan como bases duras de apoyo. Por supuesto, están aquellos que se declaran a sí mismos de izquierda, dentro de los cuales el 69% evalúa con nota 6 o 7 a Gabriel Boric. Algo similar sucede con los jóvenes de sectores acomodados, que mantienen su bondadoso 40% de aprobación al mandatario. Entonces, ¿dónde baja la aprobación del presidente? Pues en los sectores que usualmente se han encontrado marginados. Solo a modo de ejemplo, baja significativamente en los sectores económicamente vulnerables (5 puntos porcentuales), en la población de adultos mayores (7 puntos porcentuales), en las mujeres (4 puntos porcentuales) y en aquellos que no se sienten cercanos a las coaliciones políticas (6 puntos porcentuales).
Estos primeros resultados llaman especialmente la atención, más aún si consideramos que durante estos últimos días hemos observado declaraciones erráticas del ejecutivo que sugieren una postura más combativa. Considerando lo recién expuesto, parece difícil que esa estrategia sea productiva para él y, por lo mismo, para el país. Su núcleo duro lo sigue apoyando, pero lo que ha fallado es la satisfacción de las expectativas que genuinamente se fueron gestando en esa población que se siente más bien dejada de lado.
Pero los resultados del presidente no son los únicos interesantes. A nivel local, bastante se puede reflexionar sobre la evaluación de tal o cual alcalde, pero también resulta valioso observar el fenómeno general. Una de las cosas que nos permite esta encuesta es considerar una dinámica temporal. Desde esa aproximación, es útil recordar que el 2017, los alcaldes (en promedio) alcanzaban una evaluación positiva que bordeaba el 50%. Este año 2023, esa cifra general baja a un 24% (¡más de la mitad!). Esta es una cifra que a cualquier entusiasta de la democracia le debiese preocupar, más si consideramos que, hasta hace poco, los alcaldes eran vistos como aquellas autoridades que más “comprendían”, esos que estaban allí y que eran capaces de descifrar los dolores ciudadanos. Lamentablemente, eso hoy no parece ser así.
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso