La décima encuesta de Opinión Política en la Región de Valparaíso de la Fundación Piensa arrojó resultados que confirman una tendencia que se mantiene desde hace varios años: la baja aprobación a los políticos, pues en todos la evaluación negativa supera a la positiva. El promedio entre los senadores es de apenas de un 13% positivo, mientras que el de los diputados no es mucho mejor, con 15,5%
Con un 21,4% de aprobación, el tercer mejor evaluado en la Cámara Baja es el diputado Diego Ibáñez (FA), quien sostuvo que “no me sorprenden los resultados cuando la política ha sido cuestionada por su falta de transparencia, corrupción y desinterés por el bienestar de la ciudadanía, donde priman las peleas pequeñas”.
En ese contexto, afirmó que “la polarización en la política no es tal en la sociedad, donde los consensos sobre mejores pensiones y mejor salud o más seguridad, se distancian de las prioridades de muchos parlamentarios. Eso provoca una fractura de legitimidad que bien evidencia la encuesta, alimentados por los casos Hermosilla y otros que marcan la coyuntura”.
Medidas anticorrupción
A su juicio “para restaurar la confianza es esencial promover la transparencia y rendición de cuentas, fomentar la participación ciudadana activa y también implementar medidas anticorrupción efectivas. Hemos presentado proyectos para bajar gastos en campañas, prohibir puerta giratoria entre fiscalizados y fiscalizadores, pero siguen durmiendo en el Congreso. Además, me parece evidente que necesitamos priorizar la reforma de pensiones y prontamente la reforma al sistema de salud”.
Por su parte, el diputado de RN Andrés Celis, que obtuvo un 11,4% de aprobación, planteó que “estos resultados reflejan una creciente desafección de la ciudadanía hacia quienes ejercemos cargos públicos. No podemos ignorar que el constante desacuerdo con la forma en que se abordan los problemas del país está pasando la cuenta”.
Con respecto al promedio de 15,5% positivo que obtuvieron los diputados, puntualizó que “no sólo es una llamada de atención, sino que muestra la urgencia de reconectar con los ciudadanos, mejorar nuestra comunicación y, sobre todo, tomar acciones concretas que apunten a resolver los problemas reales de la gente. Esta tendencia de baja evaluación no es nueva y, por lo tanto, hay que trabajar en recuperar la confianza a través del trabajo con probidad y transparencia”.
El peor evaluado en la Cámara de Diputados fue Hotuiti Teao (Ind./Evópoli), con un 7,2% de aprobación, frente a lo cual sostuvo que “estos resultados nos invitan a reforzar nuestro compromiso con la ciudadanía. Nos recuerdan que debemos estar aún más conectados, escuchando y mostrando de manera más clara el trabajo que estamos realizando en fiscalización y legislación. Tomamos esto como un impulso para seguir avanzando con mayor sintonía, fuerza y dedicación en la búsqueda de soluciones que mejoren la calidad de vida de las familias de mi región”.
Hastío de las discusiones
El analista político de la Universidad Andrés Bello, Felipe Vergara, estimó que “esta mala valoración es, más bien, por la deficiente capacidad comunicacional que está teniendo la clase política en general, y de enfrascarse más en discusiones que poco aportan a demostrar las gestiones que están haciendo. No me cabe la menor duda que el Congreso en general está haciendo un trabajo, y un trabajo en muchos aspectos serio, que hay una dedicación y hay un compromiso por parte de los parlamentarios en general, pero lo que se transmite hacia afuera son acusaciones constitucionales sin sustento, baratas, rascas; dimes y diretes de uno a otro; confrontaciones permanentes; acusaciones cruzadas. Y la ciudadanía en realidad está harta de eso”.
A su juicio, “falta comunicar y transmitir los acuerdos que se logran, los desafíos que se están llevando adelante de manera conjunta, y no buscar la cuña oportunista para ganar con eso un titular o una nota específica, creyendo que con eso la ciudadanía los va a apoyar”.
Vergara advirtió que “en el mundo de las comunicaciones las percepciones muchas veces son más fuertes que las realidades mismas, y esa percepción es la que hoy día tiene la ciudadanía, de que no se trabaja, de que sólo se pelea, de que se confronta, de que hay un obstruccionismo, se oponen a lo que sea si viene del otro, y eso es lo que está quedando hoy día y es parte de lo que también, irresponsablemente, los políticos están transmitiendo”.
El experto subrayó que “evidentemente el primer responsable de esto es la clase política tradicional y global, no solo un sector u otro. También es un hecho de la causa que situaciones como la de Hermosilla solo perjudican a la clase política, y no sólo a un sector; aunque sea la derecha la más afectada, perjudica a toda la clase política, y está en manos de los mismos políticos revertir esta situación, y eso requiere mostrar que hay un consenso, mostrar que hay interés de diálogo, mostrar a la ciudadanía que realmente hay interés por avanzar en los temas país y no enfrascarse en estas discusiones”.
En ese sentido, recalcó que “esto de atacar y obstruir cada una de los propuestas de avance es lo que tiene hoy día a la clase política muy aminorada, no sólo el Parlamento, a nivel Ejecutivo también, a nivel judicial también, pero con mayor fuerza en la clase política que tiene visibilidad, como es el Parlamento”.
Resultado “es lapidario”
Para el analista Fernando Wilson, profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez, “el resultado de la encuesta es lapidario. Hay un colapso de la valoración positiva de los parlamentarios de la zona, sobre todo jóvenes que se suponía que eran una renovación de la política regional. El descrédito general en que caen, más allá de todas las identificaciones políticas, es gigantesco. El hecho que incluso una figura de exposición nacional, que fue el último presidente de Convergencia Social, como Diego Ibáñez, apenas consigue el 21%, y es uno de los mejor evaluados en todo el espectro político, confirma que claramente esta nueva generación fracasó en proveer una alternativa creíble para la ciudadanía de la región”.
Wilson atribuyó los resultados “básicamente a un discurso ideológico completamente separado de las necesidades prácticas y reales de la sociedad, es decir, un discurso en el cual predomina más bien culpabilizar al otro antes que hacerse cargo de las responsabilidades respecto a la conducción del país y al desarrollo de procesos político – administrativos de carácter eficiente. Ahí tenemos un problema real, en el sentido de que los diputados participan del debate político presentándose como ejecutores de políticas, cuando ellos son legisladores”.
“Y también sobredimensionan el hecho de su función fiscalizadora, lo cual los lleva a posicionarse casi como una suerte de figuras proveedoras de una legitimidad que ya no tienen ellos mismos, por lo tanto, no se les reconoce dicho derecho, se los reconoce más por lanzar juicios grandilocuentes sobre el escenario de la situación política, y en su acción fundamental práctica se los ve como tremendamente ineficientes”, planteó el académico.
Moros y cristianos
Frente a ello, agregó, “el resultado concreto es que en los últimos cinco o seis años el mundo parlamentario joven de la región ofreció un mejor Chile, y lo que tenemos no es mejor. Y eso es válido para moros y cristianos, ambos bandos están más preocupados de culpabilizar al otro que de ofrecer soluciones. De alguna forma el telón de fondo de esto son los dos fallidos procesos constitucionales, en los cuales estaban más preocupados de defender una visión partisana prístina, antes que buscar una negociación que beneficie a todo Chile”.
Sobre si hay opciones de revertir la tendencia de baja evaluación, Wilson estima que “si ellos no comienzan a analizar su propia situación, bueno, difícilmente se le puede pedir al resto de la sociedad que les crea que esto va a comenzar a cambiar. Ahora, lo resumiría en una sola frase: obras son amores y no buenas razones. Ya se ha hablado demasiado, la sociedad lo que quiere hoy día son resultados concretos, quiere acciones, y si no son capaces de proveer eso, bueno, los resultados están a la vista en la encuesta”.
Noticia publicada en El Mercurio de Valparaíso