Los factores críticos que han influido en el éxito o declive de ciudades con características similares a Valparaíso, como Liverpool, Gotemburgo, Detroit, Singapur y Róterdam, revisa el documento Soñando Valparaíso. Lecciones de ciudades industriales y portuarias, del investigador adjunto de la Fundación Piensa, Ignacio Aravena González.
El ingeniero, consultor y doctor en Economía Urbana en London School of Economics, plantea que ciudades como esas han sido históricamente un pilar para el desarrollo económico global, sirviendo como centros de comercio, manufactura e intercambio cultural. “Pero mientras algunas se han adaptado exitosamente a los desafíos de la globalización, el avance tecnológico y los cambios en los paradigmas económicos, otras han enfrentado el declive debido a una combinación de factores económicos, sociales y de gobernanza deficiente”.
Valparaíso
En lo que respecta a Valparaíso, expone que la ciudad actualmente “confronta una multitud de retos interconectados que han erosionado su economía debido a una disminución en las actividades portuarias, exacerbada por la competencia de puertos cercanos como San Antonio”, lo que ha llevado a pérdida de empleos y una reducción en la inversión.
A eso suma la decadencia urbana -deterioro de edificios históricos, infraestructura descuidada y servicios públicos inadecuados- “que disminuye la calidad de vida y el atractivo de la ciudad para turistas e inversionistas”, mientras persiste una pronunciada desigualdad social.
Además, “lucha con una gobernanza fragmentada y una falta de planificación urbana coherente, lo que resulta en un desarrollo descoordinado y un uso ineficiente de los recursos”, mientras “la subutilización de sus ricos activos culturales y la insuficiente colaboración entre el sector público, las empresas privadas y la academia, obstaculizan los esfuerzos para revitalizar la ciudad”.
Aravena remarca que abordar problemas de ese nivel de complejidad “requiere un enfoque integral, donde las estrategias exitosas de otras ciudades pueden ayudar a tener ideas frescas”, y centra su estudio en la gestión local, la seguridad y la planificación urbana como motores de desarrollo.
Diversificación
En este contexto sostiene que la diversificación económica -no necesariamente productiva- es fundamental para la resiliencia y viabilidad a largo plazo de las ciudades, especialmente para aquellas cuyas economías están históricamente vinculadas a una sola industria o sector, como Valparaíso respecto del comercio marítimo, el cual fue motor de desarrollo, pero cuya dependencia “ha generado una vulnerabilidad frente a la falta de competitividad ante otras ciudades y las restricciones geográficas de la comuna”.
El estudio remite al ejemplo clásico de Detroit, Estados Unidos, que fue el epicentro de la industria automotriz y su dependencia la hizo vulnerable a shocks externos y pérdidas en competitividad ante otras zonas, lo que se tradujo en desempleo, abandono de la población y deterioro urbano, “y hoy vive sumergida en la pobreza y la falta de desarrollo económico”.
En contraste, indica, sin rehuir su herencia portuaria, el desarrollo de Singapur se impulsó gracias a estrategias que la posicionaron como un centro financiero y tecnológico global, donde el gobierno invirtió proactivamente en educación, tecnología, finanzas y servicios, fomentando la inversión del sector privado en industrias clave. Mientras, Hamburgo se expandió más allá de sus actividades portuarias tradicionales al desarrollo de servicios, con asociaciones público-privadas que revitalizaron áreas portuarias abandonadas para transformarlas en barrios mixtos que actuaron como motor de desarrollo local, entre otras estrategias.
Planificación urbana
“Sin una clara planificación urbana, Valparaíso ha luchado contra usos de suelo poco óptimos, el abandono de su centro histórico, la falta de desarrollo económico y la provisión deficiente de servicios públicos, incluyendo una inadecuada infraestructura de transporte”, lo que junto al bajo desarrollo económico ha derivado en el declive en la calidad de vida y en parte en el abandono de la población, indica el estudio.
Aquí ejemplifica con Róterdam, uno de los puertos más grandes del mundo, que “ha integrado exitosamente sus funciones portuarias con el desarrollo urbano y una extensa colaboración entre las autoridades, los operadores portuarios y la ciudadanía para equilibrar las necesidades operativas de un puerto importante con las de sus residentes”, incluidos una masiva expansión del puerto hacia el Mar del Norte y la ejecución de proyectos de regeneración urbana que transformaron antiguas áreas industriales en atractivos barrios de uso mixto.
Cultura y turismo
El autor del estudio plantea que Valparaíso todavía tiene espacio para aprovechar su patrimonio cultural y el turismo para impulsar su economía, considerando su capacidad para ofrecer experiencias auténticas e inmersivas que lo diferencian de otros destinos, más aún en su carácter de patrimonio de la humanidad, un sitial que otras ciudades han sabido aprovechar dentro de su economía local.
Por ejemplo, Gotemburgo, la segunda ciudad más grande de Suecia, enfrentó un declive económico tras la caída de sus industrias de construcción naval y manufactura. Para contrarrestarlo, invirtió en eventos e instalaciones culturales, transformándose en centro cultural nórdico, con el Festival de Cine de Gotemburgo como su estandarte. Una estrategia similar tuvo Liverpool, históricamente dependiente del comercio marítimo, cuya designación como Capital Europea de la Cultura le permitió revertir el impacto del mismo proceso.
La seguridad
“Un aspecto crítico que golpea a Valparaíso es la delincuencia y la percepción de inseguridad, cuyo impacto percola en las bases económicas de la ciudad que han visto el éxodo de la inversión, bajas en turismo y el cierre de un gran número de locales comerciales” expone el estudio.
En este aspecto describe la transformación de Medellín, Colombia, que fue conocida por la violencia, los carteles de drogas y las altas tasas de homicidio. Respondió con los Proyectos Urbanos Integrales (PUI), que se enfocaron en barrios marginados con altas tasas de crimen y pobreza, combinando mejoras en la infraestructura física con programas sociales centrados en educación, salud y desarrollo comunitario, e innovadores sistemas de transporte público, como la red de teleféricos, que aumentó la conectividad y la integración económica.
También menciona el caso de Nueva York, que a fines del Siglo XX enfrentó altas tasas de criminalidad, crisis fiscales y deterioro urbano. Aquí se combinaron estrategias policiales con regeneración urbana para restaurar la seguridad y la vitalidad económica, como el sistema CompStat para monitorear y mapear patrones delictivos, desplegar recursos y responsabilizar a los comandantes de cada área por los resultados, lo que fue fundamental en la reducción del crimen.
Reflexiones del autor
“En general, el estudio nos da una luz de esperanza si decidimos trabajar con una mirada a largo plazo en las múltiples dimensiones de los problemas que enfrenta Valparaíso, lo que, por supuesto, también implica priorizar para tener resultados a corto plazo”, señala Ignacio Aravena.
“Ciudades muy diversas han logrado recuperar el desarrollo económico sin renegar de su herencia local; sin embargo, cada una ha debido abrazar los paradigmas modernos del desarrollo, los cuales se asocian a la provisión de servicios, potenciar la calidad de vida y proveer seguridad para atraer habitantes y empleos”, remarca.
También considera que “la principal lección es que todas las experiencias estudiadas nos invitan a abandonar creencias dicotómicas, como la visión atávica de que el patrimonio y el desarrollo no van de la mano, o que se deben relegar actividades económicas en desmedro de una sola. El desarrollo es una consecuencia de una matriz variada de opciones para producir bienes y servicios que se traducen en empleos e ingresos para la ciudad”.
El investigador plantea igualmente que todo parece indicar que uno de los factores de éxito es la planificación a largo plazo, basada en diseños integrales que permitan mantener el patrimonio y la herencia local, al mismo tiempo que se potencian otras ventajas competitivas. “Los casos que se analizan dan cuenta de que ninguna ciudad dejó su actividad portuaria; algunas incluso la expandieron. No obstante, también se enfocaron en diversificar el desarrollo económico aprovechando ventajas comparativas naturales, las cuales en Valparaíso son diversas al tener potencial turístico, cultura y educacional, entre otras”.
No obstante, concluye, “nada de lo anterior se puede sostener en el tiempo si seguimos con problemas de seguridad, por lo que cualquier estrategia de recuperación debe centrarse en mejorar esta dimensión. Sin ella, ningún plan funcionará, pues la delincuencia ahuyenta empleos y personas”
Noticia publicada en El Mercurio de Valparaíso