Informe de la Fundación Piensa reveló que un 30,6% de los asesinatos se cometen en domicilios particulares, cifra que supera en más de 3% al promedio nacional.
“Valparaíso concentra más homicidios que cualquier otra región fuera de Santiago“. Así de duro es el dato que arrojó el informe “Boletín de Seguridad Pública N°6: Comprendiendo el fenómeno de los homicidios en la Región de Valparaíso”, realizado por Fundación Piensa, y que reveló que la zona concentró en 2024 el 11,1% del total de homicidios del país, ubicándose como la segunda con más víctimas a nivel nacional.
Pero no es lo único preocupante, puesto que se verificó que durante el periodo 2018 – 2024, la participación de la región respecto del total nacional creció de un 9% de los casos en 2018 y 2019, a un 11% en los tres últimos años.
Asimismo, entre 2018 y 2022 hubo una tendencia al alza de los homicidios consumados en la región, seguida de una persistencia del fenómeno en 2023 y 2024. En términos absolutos, la cantidad de víctimas pasó de 79 en 2018 a 134 en 2024, lo que equivale a 55 casos más que el período inicial, es decir, un crecimiento del 69% a lo largo de los 6 años.
“Más que un alza sostenida, lo que se observa es un aumento significativo entre 2018 y 2022, seguido por un estancamiento en niveles relativamente altos durante los últimos dos años. Esto demuestra que la situación sigue siendo grave”, explica Francisca Undurraga, investigadora de Fundación Piensa.
“Sabemos que el aumento de un fenómeno tan complejo siempre es multicausal. En el caso de Valparaíso, quizás un factor relevante lo entrega el Informe publicado recientemente por la Universidad San Sebastián, que indica que el crimen organizado en la región está principalmente asociado a la presencia de drogas. También influyen otros factores, como la falta de una intervención sostenida en los territorios más expuestos“, detalla.
Comunas costeras
Otro dato interesante que arroja el estudio realizado por Piensa es dónde se cometen los delitos. Parece de Perogrullo que Valparaíso y Viña del Mar sean las comunas con una mayor concentración de homicidios -con 37 y 34 respectivamente-, ya que son las que tienen mayor número de habitantes.
Sin embargo, llama la atención que Cartagena y El Quisco presenten una alta tasa del delito con una incidencia de 25,9 y de 15,9 cada 100 mil habitantes, respectivamente. “Efectivamente, son dos comunas que deberían preocuparnos seriamente, ya que, según la Fiscalía, sus tasas han permanecido altas desde 2016”, reconoce Undurraga.
“Quizás la lección más relevante en este escenario es que esta situación se haya naturalizado. En ningún caso deberíamos acostumbrarnos a estos niveles de violencia y, frente a su persistencia, es fundamental que busquemos formas de romper con esa inercia“, acota.
A estas comunas se suma Limache, que entró al Top 5 de las ciudades con 5 homicidios y una tasa de 9,7, “lo que representa un aumento drástico y reciente, especialmente con respecto a los años anteriores”, explica la investigadora de Piensa.
“Aunque algunas comunas rurales -como Limache- presentan tasas altas, la mayor concentración de homicidios sigue en zonas costeras y urbanas, donde predominan hechos de mayor violencia y existe un mayor uso de las armas de fuego. Esto refuerza la necesidad de diseñar respuestas diferenciadas según el tipo de violencia que enfrenta cada territorio”, afirma.
Tipos de armas
Una tendencia que ha variado, según indica el trabajo realizado por Fundación Piensa, dice relación con el tipo de armas con la que se cometen los homicidios. Si en 2018 la relación entre armas de fuego y cortopunzantes era de 40,5 y 43 por ciento, respectivamente; en 2024 las cifras son de 45 y 38,1 por ciento. Sin embargo, esta última cifra supera en casi cuatro puntos porcentuales el promedio nacional (34,4%).
Por otra parte, el 35,8% de los homicidios en la región ocurrió en contextos interpersonales y un 32,1% en situaciones asociadas a delitos o grupos organizados, teniendo una distribución cercana al promedio nacional (37,9% y 35,6%, respectivamente). Lo interesante de ello, además, es que hubo una variación significativa de crímenes asociados a grupos organizados desde 2018 a la fecha, donde se indicaba que un 53,2 por ciento estaban vinculados a este tipo de delitos.
Por otra parte, durante el año 2024, el 60,4% de los homicidios consumados en la Región de Valparaíso ocurrió en la vía pública, mientras que un 30,6% en domicilios particulares. En este último caso, la región presenta una proporción mayor que el promedio nacional (27,3%).
Al respecto, la investigadora de Piensa considera que “es una cifra alarmante, y lo ha sido por tres años seguidos. Y claro, cuando hablamos de homicidios que ocurren al interior de los hogares, no basta con pensar en más presencia policial en las calles. Este tipo de violencia requiere otro tipo de respuestas: buenos sistemas de atención a víctimas, equipos capacitados para intervenir en situaciones domésticas, y, sobre todo, prevención“.
“En lo que se refiere a la violencia que ocurre dentro de los hogares, lamentablemente muchas veces se llega tarde. En ese sentido, evitar que esa violencia escale es, probablemente, lo más importante”, apunta.
Esta cifra va aparejada con que el 14,2% de las víctimas fueron mujeres, lo que representa una diferencia de tres puntos porcentuales respecto del promedio nacional (11,2%). También da cuenta del crecimiento de las víctimas femeninas, pues en el año 2018 el porcentaje era de 10,1.
“Estas cifras, claramente, se relacionan con las anteriores. No es coincidencia que desde 2022 hayan aumentado tanto las víctimas mujeres como la cantidad de homicidios ocurridos en domicilios particulares. Estos datos entregan una señal clara de que la violencia de género está aumentando en la región y de que deberíamos empezar a preocuparnos seriamente por este tema“, asegura Francisca Undurraga.
En este sentido, “debemos preguntarnos cómo están funcionando nuestros centros de la mujer y cuál es el desempeño de los distintos servicios de atención a víctimas. Además, la amplia literatura en el tema da cuenta de que este problema debe abordarse desde una perspectiva intersectorial, lo que en concreto implica identificar a la población femenina que está más expuesta a este tipo de violencia y desarrollar intervenciones específicas para ellas, acogiendo sus propias necesidades”, añade.
Por otra parte, y en cuanto a la nacionalidad de las víctimas de homicidios, también se ha producido una variación. Si hace siete años los chilenos representaban el 93,7%, para el 2024 fue de 82,8%; mientras que las de los extranjeros aumentaron de un 6,3 a un 16,4 por ciento.
¿Qué estrategias cree que deberían adoptarse para intentar mejorar las cifras?
– Para avanzar en una respuesta más efectiva, es clave fortalecer la coordinación entre municipios, Carabineros, el Ministerio Público y otros actores relevantes. Hoy existen esfuerzos, pero en muchas ocasiones dependen de la voluntad de las autoridades y no de estrategias institucionalizadas y sostenidas en el tiempo. Los municipios, por ejemplo, cuentan con información valiosa y hay veces que esta suele perderse o no utilizarse de manera adecuada. Cruzar esos datos, analizarlos correctamente y contar con personal capacitado permitiría orientar mejor las intervenciones y operativos, especialmente en delitos complejos como los homicidios, donde aún persiste una alta proporción de casos de victimarios desconocidos”.
“Pero no basta con reaccionar, también es necesario tomarse en serio la prevención, a la que no se le ha dado su debido espacio. Eso implica identificar a las poblaciones más expuestas a factores de riesgo y actuar antes de que la violencia escale. Lamentablemente, si dejamos en segundo lado esta parte, seguiremos teniendo graves de problemas de seguridad en el mediano y largo plazo“, advierte.
“Más que un alza sostenida, lo que se observa es un aumento significativo entre 2018 y 2022, seguido por un estancamiento (…) durante los últimos dos años”. Francisca Undurraga, Investigadora Fundación Piensa
Entrevista publicada en El Mercurio de Valparaíso